El atleta olímpico argentino eligió dar un giro en su vida deportiva y desde hace cuatro años compite para la Universidad de Auburn. A punto de terminar su recorrido académico, se transformará en el primer nadador argentino profesional de su deporte


Hace ya un tiempo, Santiago Grassi sintió que tenía que salir de su zona de confort. Acababa de competir en sus primeros Juegos Olímpicos en Río 2016 y entendió que su futuro no estaba en Argentina. Con la posibilidad cierta de viajar a Estados Unidos y sumarse a uno de los programas más destacados de ese país con la mejor natación del mundo, el santafesino no dudo. O sí lo hizo, pero eligió pensar más allá de lo que tenía al alcance de la mano y apostó. ¿Cuál fue el resultado? Uno que será histórico para la natación argentina.

A unos meses de recibirse en las carreras de Marketing y de Gestión de Información de Sistemas, Grassi habló desde EEUU después de confirmarse que será un atleta profesional. Gracias a su incorporación al equipo Los Ángeles Current de la International Swimming League, un argentino será protagonista de la segunda temporada de la primera liga profesional de natación.

“Viniendo de un país futbolero, viniendo de un club futbolero como lo es Unión de Santa Fe, rodeado de futbolistas, yendo a la escuela y cuando me preguntaban que quería ser cuando fuera grande y los chicos decían ‘Jugar en Primera o en Europa’ a mí eso nunca me tocó decirlo porque no era una posibilidad. Pero hoy, poder vivir esto es un sueño”, confesó el nadador especialista en la modalidad mariposa.

Como ya sucede con el fútbol y otros deportes populares, o con la NBA o la NFL en Estados Unidos, la natación logró tener su propia competencia rentada. Después de la experiencia en 2019, que contó con grandes estrellas de la disciplina entre ellos varios campeones olímpicos y mundiales, la versión 2020 tendrá la presencia de Grassi. Una vez que la pandemia de coronavirus obligó a cancelar la actividad deportiva universitaria, Santiago activó el plan para seguir ligado a su deporte.

“Cuando se terminó mi año, empecé a contactar a los equipos. Mandé mensajes a todos los mánagers de todos los equipos, ofreciéndome y contándoles cuáles eran mis especialidades”. Así fue que el argentino se auto postuló para sumarse a uno de los 10 equipos que competirán en la nueva temporada. Por su insistencia y gracias al nivel que demostró nadando para Auburn, un día, una notificación apareció en su teléfono.

“Me acuerdo cuando recibí ese mensaje del mánager diciendo que tenía un espacio para mí y que iba a estar en el equipo creo que fue uno de los días más lindos de este año porque, realmente, era el momento donde cumplía mi sueño de participar de una liga profesional. No es algo que soñé desde chiquito, porque no existía, pero desde el momento que se creó la liga, dije: ‘Ahí tengo que estar yo’. Era como el sentido de mi vida”, dijo Grassi.

“Siempre estuve pensando ‘¿qué voy a hacer después de la universidad?’ Cuando me vine acá a Estados Unidos, no sabía qué iba a hacer después de la universidad: si iba a dejar de nadar, iba a empezar a trabajar, iba a seguir nadando… No había un sistema que me mantenga en el deporte y cuando salió, me puse contento por mi deporte. Y cuando me pasó a mí, me dieron la oportunidad a mí, bueno, era lo que necesitaba y estaba tan contento”.

Para esta edición de la ISL habrá 10 equipos, dos más que el año pasado. Grassi correrá junto a otra argentina, Julia Sebastián, para los LA Current, uno de los conjuntos estadounidenses que compite en la conferencia americana. También hay con sede en París, Londres, Budapest, Roma y Tokio, que junto a la nueva franquicia de Canadá se sumarán en este 2020. En total serán 28 nadadores de todo el mundo que buscarán quedarse con el título y ganar más de 5 millones de dólares en premios.

¿Cómo será la participación para el nadador argentino? Todavía no lo sabe, pero buscará ser una pieza importante para el equipo que fue cuarto en la primera competencia. “A mí me pueden usar para 50 metros libre, 100 o 200 mariposa y relevos. Probablemente voy a correr varias carreras, pero creo que voy a correr en relevos. Esa va a ser mi participación en esta liga. Me veo más como un nadador de refuerzo por ser mi primera experiencia”.

Por la situación sanitaria, la liga se realizará durante un mes en Budapest. Cada equipo competirá en cinco oportunidades en un formato mixto con sus participantes hombres y mujeres. Los primeros ocho clasificarán a una semifinal y de ahí saldrán los restantes cuatro conjuntos que pelearán por ser el campeón 2020.

“Lo importante de esto para nosotros es que cambió el paradigma. Hasta ahora, los nadadores no ganaban dinero por representar a un club, por así decirlo. Era por sponsors. Es la primera vez en la historia que un equipo te paga para que lo representes”, analizó Grassi. El presupuesto para esta edición de la liga profesional será mayor al del 2019, que fue de 20 millones de dólares.

Para encontrar esa luz al final del camino, Santiago tuvo que estar en el lugar indicado. Su elección de mudarse a los Estados Unidos para nadar lo catapultó al profesionalismo. Pero para llegar, tuvo que adaptarse y vivir en un mundo desconocido. Dejó Santa Fe y se mudó a Auburn, Alabama. Transitó más de 7 mil kilómetros para cambiar su vida. “De tenerlo todo a no tener nada. Todo cambió. Creo que me dispuse a abrir mi mente y a aceptar las nuevas cosas. Muchos no tienen la oportunidad de arrancar de cero a los 20 años”, dijo sin tapujos.

Una vez que se puso la camiseta de los Tigres y se sumó a un programa que ganó 13 veces el título del torneo de la NCAA, su mentalidad también se modificó. “Yo nadaba para Unión. Éramos 15, 20 nadadores. La mitad de esos nadadores competían en pruebas nacionales y sólo yo terminé nadado en torneos internacionales. Entonces, yo sentía que mis objetivos eran míos. Pero cuando vine acá, eso cambió. Empecé a nadar y las marcas no eran de Santiago Grassi. Eran de Auburn. En mi gorra de nadador decía Auburn, no estaba mi nombre. Era representar a la universidad, fue algo muy lindo de experimentar”.

Desde lo académico también fue una experiencia desconocida para el santafesino que hizo su primera gran aparición en los Juegos Olímpicos de Nanjing hace seis años. Se sumergió en un formato con éxito garantizado que le permite al deporte de los Estados Unidos construir a los atletas del presente y también a los profesionales del futuro.

“Yo en Argentina no estaba estudiando. Cuando terminé la secundaria en 2014 me tomé dos años para estudiar. Traté en un momento de arrancar administración de empresas, pero creo que me sacaba del foco que era entrenar para los Juegos Olímpicos. Cuando llegué acá, en ningún momento sentí eso: mis horarios académicos estaban acomodados a los horarios de natación. En ningún momento se iban a mezclar. Mis profesores sabían que yo entrenaba para representar a la universidad. Eso es el sistema que funciona, creo que eso me permitió adaptarme rápido junto a los tutores”, mencionó el atleta santafesino.

Y agregó: “Tuve mucha gente que me ayudó a ser exitoso en lo que estaba haciendo. En ningún momento sentí que esto no iba a ser para mí, o que no iba a poder lograrlo. Nunca reprobé ninguna materia. No fue fácil, pero todo estaba dado para lograrlo, con mucha gente ayudando para que yo pudiera estar en un alto nivel. Me enamoré de eso, de lo que me ofreció el sistema. Era lo que yo estaba buscando”.

Más allá del cierre de su etapa como estudiante y el comienzo de su carrera profesional, el 2020 iba a ser un año particular para Santi Grassi porque iba a nadar en sus segundos Juegos Olímpicos. Pero al igual que ocurrió con su participación universitaria, el ciclo olímpico quedó trunco por el impacto que generó el coronavirus en su país de residencia.

“No sólo iba a competir en los Juegos Olímpicos, iba a ser mi último año universitario. Había competido en pruebas de conferencia con Auburn y me había ido muy bien: logré ganar mi primera medalla a nivel individual… Estaba en mi mejor momento deportivo cuando todo se derrumbó. No pude tener la oportunidad de despedirme en el agua. Esa sensación fue horrible”, recordó el nadador.

Al poco tiempo, la pandemia obligó a las autoridades a ponerle una pausa a Tokio 2020. Sin competencia local y una nueva experiencia olímpica en el horizonte cercano, Grassi tomó la cancelación olímpica como una bendición. ¿Por qué? Así lo explicó el hombre que tendrá presencia en la prueba de 100 metros mariposa.

“Para mí en un momento sí fue importante el anuncio de la postergación. Me acuerdo que estaba bastante estresado de no saber si los Juegos Olímpicos iban a pasar. Si iban a pasar, en ese momento yo no quería porque no estaba entrenando. Ya había pasado un mes que no entrenaba y no quería ir de esa forma a los Juegos Olímpicos, me entendés. Entonces en ese momento ya estaba del lado de ‘posterguemos los Juegos Olímpicos’. Y cuando esa decisión se tomó, yo estaba contento, me sentí muy aliviado y para mí fue ‘bueno Santi, hasta que todo vuelva a la normalidad, tratá de mantenerte en forma’”.

Cuando la situación en Estados Unidos mejoró y se abrieron las instalaciones deportivas, su regreso al agua se frenó porque contrajo coronavirus. Como un síntoma claro de su forma de ser, para Santiago haber tenido la enfermedad lo ayudó en algo. Lo obligó a reposar y volver más fuerte para acondicionarse de cara a su estreno como profesional. Pero mientras espera su nueva experiencia, Grassi se proyecta en un nuevo escenario olímpico y cree que tiene lo necesario para lograr un gran resultado en Tokio con un año más de trabajo en la piscina.

“Si me preguntas qué es lo que yo quiero y puedo llegar a lograr o lo que podría llegar a lograr en estos Juegos Olímpicos para este año, la semifinal sí. Pero me hubiera gustado ir un poco más y buscar la final olímpica. Una final sería mi gran gran objetivo para los Juegos Olímpicos y después de ahí, disfrutar y obviamente ir por una medalla. Creo que, siendo realistas, como me siento hoy en día, para lo que estoy entrenando, como me siento mentalmente, siento que tengo posibilidad de alcanzar una final olímpica”, dijo el nadador que logró dos medallas de bronce en los últimos Juegos Panamericanos de Lima 2019 en las pruebas de relevos mixta y con los varones de la selección argentina.

Antes de volver a darle el 100 por ciento de su atención a Kobu, su amigo fiel que lo acompaña a cada lugar, Grassi se tomó una pausa y dejó una reflexión en pocas palabras de cómo se transformó su vida desde aquella aparición olímpica en 2014. “Si me hubieses preguntado hace seis años ‘¿qué querés ser?’, nunca me hubiese imaginado esto. Ni después de Nanjing me iba a imaginar que iba a venir a Estados Unidos y que después me iba a convertir en profesional de mi deporte, que es algo muy grande”.

El calendario corre y en diciembre, Santiago vivirá un momento muy esperado. Se graduará con honores y a pesar que imagina que no tendrá una fiesta como esas de las películas de Hollywood, quiere terminar este 2020 como él cree que lo merece. “La foto con el vestido y el gorro, va a estar. No me puedo recibir sin esa foto. El título viene con esa foto”.