El múltiple medallista panamericano, que además fue diploma olímpico por su actuación en Londres 2012, habló con Infobae sobre cómo fue volver al bote después de 144 días y confirmó que Prefectura le labró un acta por romper el decreto que determina el aislamiento obligatorio
Las medallas abundan en la casa de Ariel Suárez. Más allá de sus logros a nivel nacional y sudamericano, este experimentado atleta argentino se transformó en uno de los máximos medallistas de la historia argentina en los Juegos Panamericanos. Es más, hace ya ocho años, en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, el protagonista de esta historia estuvo a punto de subirse al podio en el remo olímpico junto a Cristian Rosso.
El tiempo pasó y Ariel siguió vigente. El año pasado, en Lima 2019, aportó su esfuerzo para que la disciplina que practica desde que tiene memoria sume dos doradas que le permitieron a la delegación argentina terminar en un histórico quinto puesto del medallero. Pero cuando el calendario cambió al 2020, todo cambió en su vida. Para bien y para mal.
Para bien porque el pasado 11 de abril, fecha en la que se conmemora el Día Nacional del Remero, nació Juan Ignacio, su tercer hijo, junto a Flor Tatangeli, su esposa. Para mal porque desde que el Gobierno decretó el aislamiento social preventivo y obligatorio no pudo subirse más a su bote para remar. Hasta este lunes, claro. Cansado de esperar que el Estado le permitiera salir a practicar su deporte, a Suárez no le importaron las consecuencias y salió, bote al hombro, camino a Tigre para volver al agua.
Desde su casa, en un día que recordará por siempre, tal vez como aquellos en los que dejó todo para celebrar una conquista con la camiseta celeste y blanca, Ariel explicó por qué tomó la decisión de romper la cuarentena cuando vio que se habilitó la práctica de los equipos de Primera División del fútbol argentino.
“Estoy cansado, pero bien. Contento por haber tocado el agua. Desde que arrancó todo esto, hace 144 días, no fui más a remar”, dijo Suárez, ganador de tres oros panamericanos de remo.
“La verdad, me puse súper contento cuando habilitaron los deportes olímpicos y los clasificados para Tokio. Porque ellos lo merecen. Estaba orgulloso de que pudieran volver a entrenarse, si bien no me tocó a mí. Pero cuando me enteré que habían habilitado para arrancar el fútbol, ese fue mi punto de inflexión. Me sentí muy dolido, muy discriminado. Sentí impotencia y pensé: ¿por qué el fútbol y yo no?”, explicó.
“Ahí fue donde dije: ‘Yo voy a salir’. Como deportista no puedo permitir que habiliten un deporte, que encima es uno donde hay contacto, donde aumentan las chances de contagio. Y yo, siendo un deporte totalmente diferente, no me dan la posibilidad de entrenarme”.
¿Por qué Suárez no estuvo dentro de la lista de deportistas que recibieron la excepción por parte del Gobierno para ser personal esencial en medio de la pandemia de coronavirus? El propio remero lo explicó. “Yo no estaba dentro del listado que el Gobierno dio permiso para los deportistas olímpicos. Después de poner todo para conseguir esas dos medallas de oro en los últimos Juegos Panamericanos, yo ya no tengo 20 años para recuperarme tan rápido, entonces le puse todo a eso y no planifiqué ser parte de los botes que iban a ir a clasificar para los Juegos Olímpicos. A pesar de eso, seguí entrenando”.
Sólo cuatro días después que el presidente Alberto Fernández firmó el decreto 297/20, que anunció el aislamiento obligatorio dentro del territorio argentino, los amantes del deporte olímpico recibieron un duro golpe. Con motivo del avance de la pandemia en todo el mundo, la organización de los próximos Juegos Olímpicos junto al Comité Olímpico Internacional tomaron la decisión de postergar Tokio 2020 para el año próximo. Eso hizo un click en la cabeza de Suárez, que comenzó a procesar una elección pensando en el futuro cercano y en poder prepararse para volver a ser olímpico en la capital de Japón en 2021.
“Ahora cambió todo. Ahora hay tiempo para poder prepararse. Si bien hay que esperar a ver cuándo se levanta la cuarentena, pero cambia rotundamente todo. A principios de año la verdad es que no tenía tiempo. En los Panamericanos tiré todo y después no me quedó nada para planificar a corto plazo, no. Pero ahora hay un tiempo prudencial para enfocarse y ver de clasificar”, dijo Suárez.
Para el nueve veces podio panamericano, el regreso a los entrenamientos para el deporte olímpico se aclaró gracias a que dos reconocidos atletas salieron en los medios a pedir por la vuelta al trabajo. Pero lo que Ariel no pudo comprender fue cuando se priorizó al fútbol por sobre las otras disciplinas.
“Al comienzo todos los deportistas lo tomamos bien. Pero luego se fue prolongando el aislamiento, se extendió hasta que hablaron dos deportistas olímpicos -Pignatiello y Lange fueron los que expresaron su necesidad de entrenarse rumbo a Tokio 2020- y ahí decidieron habilitarlos. Está correcto eso, está perfecto. Ellos son nuestra prioridad como país por la competencia que se viene, pero cuando habilitaron el fútbol, eso para mí no fue correcto”, analizó uno de los grandes atletas argentinos de las últimas décadas.
“No me puedo dar el gusto de no hacer lo mismo. ¿Ellos tienen más chances que yo de hacer su actividad? No tengo nada contra el fútbol, pero las autoridades decidieron habilitar esa actividad, que para mí tiene más posibilidad de contagiarse que mi deporte, y no a tantos otros que no tienen contacto y mantienen distancias largas”, mencionó Suárez, que al mismo tiempo volvió a remarcar que lo que no le gustó fue sentirse menos que la disciplina más popular en Argentina.
“Considero que tuvieron que haber habilitado a todas las disciplinas que tuvieran el protocolo elaborado. ¿Por qué el fútbol sí y otros deportes, no? Sé que es el deporte que más dinero mueve, que más acercamiento político tiene y el resto de los deportes no lo tenemos. Esa diferencia que hacen duele mucho. Más cuando hace 20 años que le di mis mejores años a la selección argentina. Duele un montón”, remarcó.
La vuelta al agua fue especial. Después de tantos días, Suárez no sabía cómo iba a reaccionar su cuerpo. Se mantuvo entrenándose en su casa, pero con el paso de los días, la motivación y no tener un horizonte cercano, le afectaron a su mentalidad de hierro, esa que lo llevó a ser protagonista del deporte nacional.
“Me entrené en casa. Me dieron materiales para entrenarme, pero no es lo mismo. Lo podés hacer por cierto tiempo, pero fue demasiado. Cuando empezó todo esto, lo arranqué con convicción, pero mientras pasaron los días me preguntaba para qué lo hacía. Pensaba cuándo iba a volver a remar. Soñé con eso”, subrayó.
Hasta que el día llegó. Decidido, sin importar con el escenario que se iba a encontrar, Ariel Suárez llegó hasta Tigre, puso su bote en el agua, se subió y recuperó parte de su vida perdida.
“Fue una situación rara cuando estuve cerca de subirme al bote. Empecé a ver muchos autos en la zona de Tigre. Ahí habían dos helicópteros dando vueltas, uno de Prefectura, cuando nunca hay tanto despliegue así. Me sentí con presión, nervioso de la situación que estaba por vivir, pero se me fue por completo cuando pudo el bote en el agua”.
“Cuando empecé a remar, se me fue esa sensación. Estaba muy decidido a salir. Comencé a disfrutar y tuve una sensación de libertad. Ese desahogo necesario y lo terminé disfrutando mucho. Estuve remando una hora. Me di cuenta que mi cuerpo no era el mismo. Así que dije ‘no puedo remar tanto’”, agregó el finalista olímpico de Londres 2012.
Una vez que se bajó del bote y dejó los remos, Suárez se encontró con una visita esperada. “Ninguna autoridad municipal o provincial me llamó, pero la Prefectura me labró un acta. Era algo previsto. Salí muy convencido. No me importó el acta. Me hicieron firmar un papel donde decía lo que estaba haciendo. En la parte de atrás está el decreto 297/20”, advirtió Ariel, que confirmó que volverá a ir al mismo lugar para seguir entrenando.
“Estoy decidido. Estoy muy convencido de lo que estoy haciendo. Cueste lo que cueste. No me da miedo lo que me hagan”.
El pasado fin de semana, Suárez aprovechó sus redes sociales para invitar a todos los deportes que no fueron habilitados a ir a la puerta de la residencia de Olivos donde vive el presidente para protestar. En ese escenario, su historia empezó a recorrer el país. Se potenció. Y él sintió ese sostén del mundo virtual que lo ayudó a salir de la cuarentena.
“Sentí mucho el apoyo de la gente común. Más allá de los deportistas, de la gente que ya está cansada que sueña con salir a caminar o hacer deporte. Que lo hacen de forma amateur. La gente no entiende la lógica, el razonamiento de por qué un deporte sí y otro no. Esa gente salió conmigo a apoyarme”, dijo.
Hoy, Juan Ignacio cumple cuatro meses de vida. Ser papá a los 40 años le dio otro impulso a su vida. Le dio la fuerza necesaria para romper barreras y soñar con volver a ser olímpico. Pero también con el objetivo de ayudar a un deporte que, como sucede con muchos rubros, se vio severamente afectado por el impacto que generó la pandemia.
“Todo esto lo hago por Juan Ignacio. Los clubes de remo la están pasando mal. Te aseguro que van a desaparecer si esto sigue así. Yo quiero que él reme, por eso estoy haciendo todo esto por él”.