El encuentro se realizó en la Sociedad de Fomento de la localidad, donde cientos de vecinos se dieron cita para disfrutar de una tarde a pura música y baile, con la presentación de ballets folklóricos y artistas locales.

 


En un clima alegre y distendido entre vecinos, se realizaron los festejos por el 104° aniversario de Dique Luján y Villa La Ñata. Fue en las instalaciones de la Sociedad de Fomento de la localidad, donde la comunidad se reunió para disfrutar y compartir una jornada en la que no faltaron comidas típicas, numerosas presentaciones musicales, cuadros de danza folklórica y un gran pericón nacional.

Al respecto, el director general de Cultura de Tigre, Pablo Achaval, afirmó: “Los vecinos se merecen un festejo como este. Estamos orgullosos por este encuentro, hubo variedad de expresiones artísticas y nosotros desde el municipio, por decisión del intendente Julio Zamora, acompañamos la actividad. Nos parece muy importante como festejo popular para nuestros vecinos que eligieron estas localidades como su lugar en el mundo».

En tanto que el presidente de la sociedad fomento, Sandro Rocca Civetta, expresó: «Sentimos una alegría enorme por llevar adelante este festejo. Desde la Sociedad de Fomento no podemos dejar de pasar por alto una fecha fundacional tan importante, que se estableció desde la comisión directiva de este espacio hace varios años y hoy es una realidad. Los vecinos lo celebran con un pericón comunitario, que se hizo hace 15 años y hoy tiene una segunda edición, en el marco de un festejo para el pueblo y la articulación con el municipio, que siempre nos acompaña en este tipo de acontecimientos».

En las calles aledañas al espacio comunitario, los vecinos pudieron participar de numerosos bailes típicos. Además, en el predio de la Sociedad de Fomento, los presentes colmaron los jardines acompañados por sus familias y amigos, dispuestos a disfrutar de un encuentro popular y cultural. Uno de los momentos más emotivos fue un reconocimiento a Amalia Seoane, profesora de canto y danza; y referente vecina de la localidad, quien recibió por parte de las autoridades distintas distinciones por su trayectoria y compromiso con la comunidad.

«Es muy emocionante este tipo de reconocimientos. Siempre he enseñado con mucho amor lo que hago y tengo un cariño muy grande por mis vecinos y este pueblo que nos ha visto crecer y desarrollarnos. Me siento orgullosa por vivir aquí», destacó Seoane.

En tanto que Susana, vecina de la localidad, comentó: “Es muy lindo participar de este tipo de encuentros y que no se pierda esta costumbre de festejo popular donde los vecinos nos reencontramos para disfrutar de una tarde de música y cultura”.

“Me enorgullece ver crecer a este pueblo que ha progresado mucho en obras, como el puente, el centro de salud y tantas otras cosas. Soy un vecino que ama el lugar que vive y este tipo de encuentros de la comunidad me parecen muy importantes”, expresó José, vecino de Dique Luján hace más de 50 años.

El festejo se prolongó a lo largo de la tarde, compartiendo música, mate y anécdotas personales entre todos los vecinos presentes en el lugar.

Antiguamente las tierras de Dique Luján y Villa La Ñata fueron parte de la Estancia de Benavídez y luego de las propiedades de Ángel Pacheco. A fines del Siglo XIX el político y hacendado bonaerense Benito Villanueva adquirió los campos que hoy corresponden a Dique Luján, que formaron parte de su estancia «Los Arenales». Villanueva hizo construir un canal para permitir el ingreso de embarcaciones con productos de las islas y luego ideó un proyecto muy ambicioso: crear una «Ciudad del Delta», una Venecia argentina con canales y terraplenes, que incluía la construcción de un Puerto de Frutos y un dique seco. Aunque dicho proyecto no se concretó, las obras hídricas y la llegada del ferrocarril permitieron que en las décadas siguientes se desarrollase el pueblo actual. Al sur del canal Villanueva, en 1922, Alejandro Ortúzar compró terrenos donde construyó un chalet de descanso. La extensa quinta, de unas cien hectáreas, fue bautizada «La Ñata», apodo de la señora de Ortúzar.  Tres décadas después, la propiedad fue loteada y así surgió Villa La Ñata.