El nuevo modelo de DJI, el fabricante número uno del mundo, aspira a democratizar los vehículos aéreos no tripulados con un producto accesible y fácil de usar.


Pocos productos de tecnología de consumo han generado mayor impacto que los drones en mercados mundiales durante el último lustro, aquellos vehículos aéreos no tripulados nacidos en el campo de batalla que han sido adaptados al uso civil con fines mucho más inofensivos que sus primos de naturaleza militar.

Con aplicaciones en industrias tan diversas como la de transporte y entrega de mercadería, agricultura y topografía, ha sido su uso para tareas de fotografía y video el que ha alimentado el crecimiento de lo que comenzó siendo un nicho de mercado para aquellos pilotos amateur, para convertirse en una industria que se espera crezca un 32 por ciento en la próxima década alcanzando los 30 mil millones de dólares en ventas a nivel mundial.

Si existe un líder indiscutido a nivel global en lo que hace a drones no militares ese es el fabricante chino SZ DJI Technology CO. o mejor conocido simplemente como DJI, quien hasta el momento solo se enfocaba en productos de gama media y alta que apuntan a conquistar a quienes vuelan drones como un hobby y a las distintas industrias que los utilizan como herramientas de trabajo.

Uno de los aspectos que diferencia a DJI de sus competidores, entre los que se encuentra la francesa Parrot que le sigue los pasos en el segundo puesto del ranking mundial con productos que se venden en los Apple Store de EEUU y Europa, es que el fabricante chino controla todo el proceso in-house – desde el diseño hasta su fabricación – lo que en definitiva los vuelve más eficientes y les permite ofrecer una gama de productos más atractiva.

Con una valuación de 8 mil millones de dólares y ventas en 2015 que superaron en un 100 por ciento a las de 2011 últimamente la compañía que ganó fama mundial gracias a su exitoso modelo Phantom y al drone plegable Mavic, se ha embarcado en una nueva estrategia de negocios con el foco puesto en ofrecer un posicionamiento más agresivo mediante precios más bajos.

Con una participación de mercado a nivel global de alrededor del 70 por ciento, muchos expertos se cuestionan si la decisión tomada por DJI de atacar a segmentos de mercado más bajos es realmente la correcta. Si además se tiene en cuenta que el desarrollo de los drones es intrinsecamente complejo y requiere estar a la vanguardia en distintos campos como cámaras, visión computarizada e inteligencia artificial, los márgenes de ganancia para productos de menor precio harían dudar de su justificación desde el punto de vista del negocio.

Pero al parecer todas estas variables no han impedido que DJI presente en los principales mercados globales su apuesta más arriesgada a la fecha, el relativamente accesible y pequeño Spark. Con un precio confirmado en los EEUU de 499 dólares para la versión de entrada, el flamante drone ya esta a la venta con fecha estimada de entrega de las primeras unidades para mediados de junio.

Posicionado como un producto que cualquiera puede aprender a volar en poco tiempo el Spark presenta las tecnologías insignia del fabricante chino vistas en modelos mucho más costosos como el Phantom 4, entre las que se encuentran las distintas opciones de control de vuelo inteligentes, un gimbal o rotor mecánico y una cámara de 1080p.

Su sistema de reconocimiento facial hace que no sea necesario un teléfono o control remoto para volarlo. Solo basta con presionar el botón de encendido una vez y dos el de batería alejando al drone de la cara posicionándolo en la palma. Una vez que el aparato reconoce la cara del usuario despegará y planeará por si mismo siguiendo a su «humano». Solo poner la mano nuevamente debajo del drone hará que aterrice de manera suave y se apague.

Su modo de vuelo inteligente Quick Shot permite que el drone vuele exclusivamente por un sendero marcado de manera anticipada a la vez que graba un video del recorrido. Sus cuatro configuraciones de vuelo disponibles bautizadas Rocket, Dronie, Circle y Helix le permiten crear diferentes efectos visuales que lograrán inmortalizar momentos con una calidad cuasi cinematográfica.

Su peso de solo 300 gramos lo hace ideal para ser llevado a cualquier lugar sin tener que cargar con un contenedor especial como sus hermanos mayores, mientras que su velocidad máxima de 50 kilómetros por hora permite seguirle el paso a un vehículo en movimiento dentro de un ámbito urbano sin ningún inconveniente.

Sus capacidades apalancadas en la inteligencia artificial le permiten detectar obstáculos hasta 5 metros de distancia ayudando a preservar la integridad del aparato y su sistema de asistencia a la visión le permite planear a una altura de hasta 30 metros.

El tiempo máximo de vuelo esta calculado en los 16 minutos lo que representa una cifra competitiva para su segmento, además el Spark cuenta con la capacidad de transmitir video en 720p en tiempo real hasta a 2 kilómetros de distancia.

Compatible con las gafas DJI Goggles, existe un conveniente combo Spark Fly More de 699 dólares que incluye a la aeronave, dos baterías, cuatro pares de  hélices, un control remoto, protectores de hélices, una base cargadora, un bolso para transportarlo y todos los cables necesarios para operarlo.

Los primeros reviews del DJI Spark alaban su facilidad de uso, inclusive para aquellos que nunca antes volaron un drone, pero alertan sobre una aplicación difícil de operar que obliga a recurrir a un manual de instrucciones y sobre bugs en el software que pueden hacer que el aparato comience a volar de manera errática sin motivo alguno.

Con un precio que representa solo una fracción de lo que cuestan teléfonos inteligentes premium como el Apple iPhone 7 o el Samsung Galaxy S8, drones como el DJI Spark van camino a convertirse en un producto de consumo masivo, listos para romper con el estereotipo de que estos solo son gadgetsutilizados por un nicho de mercado.