El 18 de diciembre será por siempre una fecha extremadamente relevante e importante de recordar para los hinchas argentinos por la obtención del histórico Mundial de Qatar 2022, el último con el formato de 32 equipos, que finalmente le dio la tercera estrella a la selección argentina y la merecida consagración a Lionel Messi.
Aquella dura final contra Francia, (que era el vigente campeón defensor del título) fue para muchos la mejor de la historia de los Mundiales. Un 2-2 en los 90 minutos reglamentarios, 3-3 tras un alargue para el infarto y luego la recordada definición por penales que tuvo al «Dibu» Martínez y a Gonzalo Montiel como mismísimos héroes.
Ese partido en el Estadio de Lusail tuvo de todo: goce, sorpresa, angustia, drama, confusión, consternación, nervios, desahogo y delirio, locura, gritos, llanto pero sobre todo amor por los colores celeste y blanco. Todo resumido en casi tres horas de acción, con una multitud desencajada en el estadio y todo un país en vilo a través de las pantallas de los televisores.
Aquel diciembre se jugó mucho más que un partido de fútbol. En esa tarde de verano, raro para nuestro país en la Copa del Mundo, el desahogo de la gente fue total, inundando las calles durante muchas horas, expresando más que sentimientos, y demostrando que el país, cuando está unido, es capaz de muchas cosas más de las que se imagina.
Hace exactamente un año, llegó la tercera, tras las Copas conseguidas en 1978 y 1986.
Los fantasmas de Brasil 2014, y las finales perdidas ante Chile en la Copa América, parecían alejarse luego de lo logrado en 2021 en el estadio “Maracana” pero, en ese diciembre del 2022 quedaron sepultados para siempre. Con la sonrisa de Messi y un claro mensaje que quedará marcado a fuego para siempre: «Ya está, se terminó».