Carta abierta de Jorge D’Onofrio


Este jueves fui convocado por undécimo año consecutivo a participar del Consejo Provincial de Seguridad y, por primera vez, tengo que decir que lamentablemente no voy a asistir. Mi ausencia no se debe a compromisos asumidos con anterioridad u otras razones que podría esgrimir para sacarme el problema de encima. Pero las verdaderas razones radican en el cansancio de que se usen a las personas y a las herramientas de la democracia para hacer política marketinera. Y no llegué hasta acá para quedarme tranquilo viendo como no hacen nada para que vivamos más seguros y sin miedo a que nos maten.

El artículo 7 de la Ley de Seguridad Pública crea el Consejo Provincial de Seguridad con la misión de colaborar con el Ministerio de Seguridad en la elaboración de planes, proyectos y propuestas e implementación de políticas de seguridad pública.

Sin embargo, veo el programa que envían de las actividades que se realizarán en los dos días que se llevará a cabo el encuentro, y me encuentro con un Congreso de vendedores de Tupper o alimentos naturales y dietéticos en un hotel 5 estrellas, más que un encuentro para debatir y consensuar propuestas y planes de seguridad.

Parece una puesta en escena, una producción de un reality show, un Gran Hermano, donde pretenden llevarnos de un salón a otro, teniéndonos a todos controlados, escuchando a personas que no aportaron nada antes y que, difícilmente, aporten algo ahora.

El ministro Cristian Ritondo parece que eligió “la pesada herencia” del ex gobernador Daniel Scioli en lo negativo. Usaron antes y usan ahora, el Consejo como lugar para sacarse una foto, enviarla a los medios y pasarnos a nosotros un informe de gestión. Más allá de la gravedad de que se está incumpliendo una Ley –con todo lo que ello implica-, yo he llegado a mi límite. No voy a ser un número que les permita llenar una foto para que después digan que se está combatiendo a las mafias.

En los últimos meses he tenido la suerte de incorporarme como Coordinador de los equipos de Seguridad para América Latina en Giuliani Security & Safety, donde ya hemos ido a Uruguay a preparar planes de seguridad, en Brasil, en el Estado de Amazonas, donde estamos realizando una capacitación de todas las fuerzas de seguridad; también se han llevado a cabo tareas exitosas en Medellín, donde se redujo la tasa de criminalidad en tan solo seis meses, si, en solo seis meses.

Menciono esto porque si de algo me ha servido esta experiencia es para ratificar que con decisión política y ejecución de un plan y un objetivo concreto se logran resultados en un breve lapso de tiempo.

Ahora bien, cuando se gobierna, el peor pecado que se puede cometer es aislarse de la realidad y de los problemas de la gente. Hace varias semanas que escucho a los intendentes pedirle a la Gobernadora ser escuchados, y la respuesta fue “vayan al Consejo que ahí se los escucha”. Quiero decirle a María Eugenia Vidal, que en los más de diez años que me ha tocado presenciar estos encuentros, nunca jamás se escuchó la palabra de nadie que pueda plantear alguna diferencia, reclamo o inquietud.

En resumidas cuentas, no voy porque estoy cansado de escuchar y que no dejen hablar, estoy cansado de ver puestas en escenas como las que hace Margen Izquierdo, estoy cansado de que no se cumpla la Ley. Cuando quieran trabajar para solucionar de verdad los problemas de los bonaerenses, vuelvan a convocarme, hasta entonces, no pongan mi silla.