La Casa Rosada ha entrado en la fase decisiva de sus negociaciones con varios gobernadores, con el objetivo de debilitar la influencia del PJ en el Congreso.

Aunque aún no está listo el texto definitivo, el Gobierno reconoce que deberá reformar algunas normas para cerrar un acuerdo con las provincias. Parte de la estrategia es consolidar apoyos clave mediante concesiones: en el oficialismo admiten que no pueden contentar a todas por igual, por lo que se inclinan por dar beneficios más grandes a un grupo reducido de gobernadores.

En paralelo, el Gobierno observa con optimismo las divisiones internas entre los gobernadores peronistas, especialmente luego del fracaso de un proyecto para modificar el impuesto a los combustibles. Esa fractura le da aire a la Casa Rosada para fortalecer sus alianzas sin depender enteramente del PJ.

Algunos gobernadores, sin embargo, mantienen sus distancias: hay reticencias ante ciertas promesas, y algunos advierten que no están dispuestos a comprometerse sin garantías concretas.

En resumen, el ejecutivo apuesta fuerte: ceder recursos clave y cerrar acuerdos provinciales para obtener respaldo en el Congreso, mientras fragmenta la estructura peronista y reduce su poder legislativo.