El encuentro de octavos de final de la Copa Sudamericana entre Independiente y Universidad de Chile fue cancelado por la CONMEBOL debido a los violentos disturbios que estallaron en el estadio Libertadores de América-Ricardo Enrique Bochini.
Los incidentes, que incluyeron enfrentamientos, lanzamiento de proyectiles y el ingreso de barras a la tribuna rival, generaron un caos que las autoridades de seguridad no pudieron controlar.
La decisión de la CONMEBOL
La Confederación Sudamericana de Fútbol emitió un comunicado oficial donde explicó que la cancelación del partido se debió a la «falta de garantías de seguridad» por parte del club local y las autoridades. A diferencia de una suspensión temporal, la cancelación implica que el partido no se reanudará.
El caso ha sido derivado a los órganos judiciales de la CONMEBOL y a la Comisión Disciplinaria, que ahora investigarán lo ocurrido para determinar las sanciones. Entre las posibles medidas, se baraja desde la repetición del partido (con los costos a cargo de los responsables) hasta la declaración de nulidad del resultado. Para ello, se revisarán informes policiales, videos y el accionar de ambos clubes durante el caos.
El origen de los disturbios
Según los informes preliminares, la violencia comenzó con el lanzamiento de proyectiles desde la tribuna visitante (Universidad de Chile) hacia los hinchas locales. A pesar del operativo de seguridad, la tensión escaló cuando integrantes de la barra de Independiente invadieron la zona donde se encontraba la hinchada chilena.
El árbitro Gustavo Tejera detuvo el encuentro a los cuatro minutos del segundo tiempo, cuando las agresiones y destrozos se extendieron por las tribunas. La situación llevó a la decisión de cancelar el partido tras una hora de incertidumbre en el estadio. Este episodio también resalta el historial de la Universidad de Chile, que ya había recibido un apercibimiento previo de la CONMEBOL por problemas de seguridad con sus hinchas.