La Scaloneta consiguió la gloria máxima tras el triunfo por penales ante Francia en el Lusail Stadium, luego de igualar 3-3 en los 120 minutos.

Jugó un enorme partido hasta el descuento de Mbappé y no mereció sufrir. El haberse impuesto en la mejor final de la historia no hizo más que inyectarle épica a una conquista trabajada, sufrida, cargada de mistica y excelente futbol.

Se trata de la tercera estrella para la Selección y la primera en el torneo para el astro rosarino Lionel Messi que, a los 35 años, logró su gran sueño, convertirse en el Campeón del Mundo. 

Los dirigidos por Lionel Scaloni jugaron la definición con plena concentración y seriedad, al punto que los galos no patearon al arco en toda la primera etapa. Apenas un síntoma de la exhibición que regaló Argentina. Con presión asfixiante, incómoda hasta para los espectadores. Con paciencia, toque, clase, con personalidad, con el acierto táctico del DT de colocar a Di María, una pesadilla, sobre Koundé, por la izquierda, con De Paul empujando, con Enzo Fernández manejando los tiempos, con Messi disfrutando, ya despojado del peso de las tensiones que se evaporó tras ganar la Copa América 2021 en el Maracaná y con 40 millones de Argentinos que alentaban sin parar a un equipo que lo llevaría a la mejor alegría que los puede llevar un equipo deportivo, a ser campeones del mundo.

Difícilmente se haya visto mayor diferencia conceptual entre dos equipos en una final del mundo como la que se advirtió en el primer tiempo entre Argentina y Francia. Gracias a Messi, de penal, tras una infracción de Dembelé a Di María, y al propio Fideo, luego de una jugada colectiva de excelencia, la Selección tomó ventaja. Tanto fue así que Deschamps realizó dos cambios antes del primer tiempo. En la segunda parte, después del enorme desgaste del primer tiempo, llegó el tiempo de resistir. 

Pero el suspenso llegó con el penal de Otamendi a Kolo Muani. Dibu estuvo a centímetros de atajarle a Mbappé. Y, con el efecto Países Bajos, casi inmediatamente llegó el 2-2, también de Kiki, con una volea. Minuto 81. Igual que el 2-2 contra Alemania en México 86. 

Y en el segundo tiempo del alargue parecía haber llegado el premio. Fue a los 108 minutos, luego del remate furioso de Lautaro Martínez que contuvo Lloris, y del rebote que tomó la Pulga, para volver a romper el score. No obstante, otra vez se interpuso un obstáculo. Otro penal que Mbappé tradujo en su hattrick y en el 3-3. Y en los penales llegó la gloria. Otra vez con Dibu como héroe, atajando el penal de Coman y poniendo nervioso a Tchouameni para que desviara el suyo. Fue Gonzalo Montiel el héroe que puso el 4-2 decisivo. 

De esta manera La Scaloneta logro el mayor galardón que puede lograr un jugador de futbol, aquel que todos anhelan pero muy pocos consiguen, se convirtieron en los Campeones del Mundo, porque fueron superiores, porque demostraron ser un equipo que lucha hasta el final, porque son un equipo y porque simplemente tienen al mejor del mundo, que no se rinde nuca y que contagia a todos con ese hambre de gloria.