En el Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia, el Municipio reivindicó los legajos de los empleados municipales María Elena Prado y Guillermo Parejo, quienes fueron víctimas del terrorismo de Estado, y descubrieron dos placas en su memoria. También se realizó un acto y se depositó una ofrenda floral al pie del monolito en la Plaza del Canal que recuerda a los desaparecidos de la zona Norte. Participaron de los actos la Concejal Eva Andreotti junto a autoridades, familliares y vecinos.


El 24 de marzo, el Municipio de San Fernando reivindicó en un acto los legajos de María Elena Prado y Guillermo Parejo, empleados municipales desaparecidos. También se realizó un acto y se depositó una ofrenda floral al pie del monolito en la Plaza del Canal que recuerda a los desaparecidos de la zona Norte

En los actos estuvieron presentes la Concejal Eva Andreotti junto a más concejales y funcionarios; los Secretarios municipales de Gobierno, Luis Freitas; de Salud, Marcelo Campos; de Modernización, Gonzalo Cornejo; y de Protección Ciudadana, Néstor Pisetta; el Director del programa «‘El Municipio en tu Barrio», Víctor Servetto; dirigentes políticos del distrito y familiares.

La Directora de Derechos Humanos y Cultos del Municipio, Cristina Maderna, expresó: «Hoy, en el Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia se hizo una reparación para los compañeros que habiendo sido agentes municipales, tuvieron que dejar poque los secuestraron. Y como en aquel tiempo, los mismos que secuestraron eran quienes gobernaban, los dieron de baja, los echaron de su trabajo. María Elena tenía 15 años trabajando en el Municipio y Guillermo Parejo otro tanto; los sacaron de acá y de la vida, haciéndolos desaparecer. Dijo uno que los desaparecidos no están, pero nosotros existimos. Creo que es un día muy importante para los compañeros militantes».

María Cecila Parejo, hermana de Guillermo Parejo, lo recordó: «Era una persona muy introvertida, silencioso y tímido, pero muy solidario y siempre muy pendiente de ayudar a los demás. Willy, que trabajaba en la Municipalidad, fue levantado en un encuentro, no sabemos de qué manera, pero terminó en la ESMA; nos enteramos por Alicia Milla que pudo zafar de allí, estuvo con él, lo vio en 1977 durante un tiempo como podían verse en aquel lugar que no era de manera social, y un día no lo vio más».

«Cada placa, cada baldosa, cada cosa que se hace por recordar a los desaparecidos es traerlos de vuelta acá; nosotros los tenemos presentes todo el tiempo, que va pasando y el olvido va llegando, pero esto hace que no pase», concluyó Parejo.

Y Julio César Prado, hermano de María Elena Prado, agregó: «Me lavanta mucho la estima, me hace sentir que no fue inútil lo que hizo ella y los 30.000. Me alegra que los recordemos siempre y que gracias a ellos estamos en democracia; es un ejemplo para nosotros y para el mundo, y eso es una cosa que me pone bien».