El Papa Francisco presidió este domingo la misa de Domingo de Ramos y recordó que la celebración «tiene un doble sabor: dulce y amargo».
Además, se refirió a las víctimas de los atentados de este domingo en Egipto y del viernes en Estocolmo y dijo que «Jesús está en los que sufren por la guerra y el terrorismo», ante una Plaza San Pedro colmada.
«A mi querido hermano Su Santidad Teodoro II, a la Iglesia copta y a toda la querida nación egipcia, expreso mi profundo dolor y rezo por los difuntos y heridos», afirmó en referencia al ataque que este sábado dejó al menos 22 muertos en una iglesia de Egipto, país que el Papa visitará el 28 y 29 de abril próximos.
«Estoy cercano a los familiares y a la entera comunidad. Que el señor convierta los corazones de los que siembran terror, violencia y muerte, y de los que hacen y trafican las armas», pidió luego el Obispo de Roma ante los 40.000 fieles presentes en la Plaza San Pedro.
«Esta celebración tiene como un doble sabor, dulce y amargo, es alegre y dolorosa, porque en ella celebramos la entrada del Señor en Jerusalén, aclamado por sus discípulos como rey, al mismo tiempo que se proclama solemnemente el relato del evangelio sobre su pasión», había iniciado dos horas antes la Misa por el Domingo de Ramos, primera de las celebraciones por la Semana Santa, en la plaza emblema del Vaticano.
Francisco había iniciado las celebraciones este sábado, con una vigilia inédita junto a jóvenes de todo el mundo en la Basílica de Santa María la Mayor, como previa del próximo Sínodo de Obispos de 2018 y de la Jornada Mundial de la Juventud que se hará en Panamá en 2019.
«Desde hace 32 años la dimensión gozosa de este domingo se ha enriquecido con la fiesta de los jóvenes: La Jornada Mundial de la Juventud, que este año se celebra en ámbito diocesano», dijo en esa línea antes de que los jóvenes de Cracovia, donde se realizó la JMJ de 2016, entregaran la Cruz a los jóvenes de Panamá.
En una plaza a pleno sol y llena de palmas llevadas por los peregrinos, el Pontífice planteó que «este Jesús, que justamente según las Escrituras entra de esa manera en la Ciudad Santa, no es un iluso que siembra falsas ilusiones, un profeta new age, un vendedor de humo, todo lo contrario: es un Mesías bien definido, con la fisonomía concreta del siervo, el siervo de Dios y del hombre que va a la pasión; es el gran Paciente del dolor humano».
«Y este Jesús, que acepta que lo aclamen aun sabiendo que lo espera la Cruz, no nos pide que lo contemplemos sólo en los cuadros o en las fotos, o incluso en los videos que circulan por la red», destacó en la Homilía que dio tras encabezar la clásica peregrinación desde la Basílica de San Pedro hasta el Obelisco central de la Plaza homónima junto a cardenales, obispos y sacerdotes de los cinco continentes.
«Él está presente en muchos de nuestros hermanos y hermanas que hoy, hoy sufren como él, sufren a causa de un trabajo esclavo, sufren por los dramas familiares, por las enfermedades… Sufren a causa de la guerra y el terrorismo, por culpa de los intereses que mueven las armas y dañan con ellas. Hombres y mujeres engañados, pisoteados en su dignidad, descartados», lamentó Francisco.
Tras la celebración, el Pontífice rezó el tradicional Ángelus en la Plaza y recordó a las víctimas del ataque con un camión que el viernes dejó cuatro muertos en una calle céntrica de Estocolmo, Suecia.
«A la Virgen encomendamos las víctimas del atentado terrorista sucedido el viernes pasado en Estocolmo, así como a todos los todavía golpeados por la guerra, desgracia de la humanidad», sentenció.