Hace 35 años que Ralph Baric, profesor de microbiología e inmunología en la Universidad de Carolina del Norte, estudia este tipo de infecciones. Ahora trabaja en un remedio de amplio espectro que lo ilusiona: “Tiene un gran potencial”
En la carrera por encontrar un fármaco que pueda detener la pandemia del COVID-19, un nuevo antiviral funcionó tan bien en un estudio realizado en ratones que en las próximas semanas se dará inicio a los ensayos en humanos. La droga, llamada por ahora EIDD-2801, logro reducir y también prevenir el daño pulmonar grave en los animales infectados con el nuevo coronavirus. Tiene, además, otras dos propiedades muy importantes: es de espectro amplio —es decir que puede servir para controlar otros coronavirus— y se puede administrar en forma de pastilla.
Tanto en su uso profiláctico (antes de la infección) como terapéutico (luego de la infección), EIDD-2801 mejoró la función pulmonar y redujo la cantidad de réplicas del virus en los ratones, que además perdieron menos peso corporal que el grupo de control.
“Esta nueva droga no solo tiene un gran potencial para tratar a los pacientes de COVID-19, sino que también parece efectiva para el tratamiento de otras infecciones graves de coronavirus», dijo el autor principal del estudio publicado en Science, Ralph Baric, profesor de microbiología e inmunología en la Universidad de Carolina del Norte (UNC) en Chapel Hill y uno de los mayores expertos mundiales en coronavirus, que estudia hace ya 35 años. En el laboratorio de Baric EIDD-2801 se probó contra el SARS-CoV-2, causante de la actual pandemia, y también contra el SARS-CoV-1, que en 2003 provocó la primera epidemia global del siglo, el síndrome respiratorio agudo grave (SARS) y el que causa el síndrome respiratorio de Medio Oriente (MERS, de 2012).
Baric fue el primer investigador del uso de remdesivir, la droga de Gilead que se aplicó como uso compasivo en varios casos de COVID-19 con éxito, y que actualmente se prueba en múltiples ensayos clínicos. En el caso de EIDD-2801, el profesor distinguido de UNC trabajó con colegas como Mark Denison, del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt (VUMC), y George Painter, director del Instituto Emory para el Desarrollo de Drogas (EIDD), donde se descubrió este nuevo antiviral, que es la forma oral del compuesto EIDD-1931.
¿Por qué Baric y sus colegas eligieron experimentar con una droga de espectro amplio, en lugar de una específicamente propuesta para el COVID-19? “En los últimos 20 años han surgido tres nuevos coronavirus humanos”, sintetizaron los comentarios del estudio. Y el grupo de los parecidos al SARS “representan una amenaza existencial y futura para la salud mundial, como lo demuestra la aparición del SARS-CoV-1 y el SARS-CoV-2”. La razón es que esta familia, proveniente del murciélago como huésped original, “pueden utilizar receptores de la enzima convertidora de angiotensina 2 (ECA) humana, crecer bien en las células primarias de las vías respiratorias humanas y variar hasta en un 25% en los objetivos genéticos terapéuticos y de vacunas clave”. Eso hace que su amenaza potencial sea múltiple.
“Así pues, para hacer frente a la actual emergencia de salud pública de COVID-19 y maximizar la preparación para una pandemia en el futuro, se necesitan desesperadamente vacunas y terapias de espectro amplio, que sean activas contra las familias de virus de ARN de mayor riesgo propensas a la aparición”, explicaron los autores.
“Cuando se administra como tratamiento 12 o 24 horas después de que la infección haya comenzado, EIDD-2801 puede reducir el grado de daño pulmonar y la pérdida de peso en los ratones”, publicó el sitio de la universidad sobre el estudio, que incluyó datos de animales infectados con SARS-CoV-2, SARS-CoV-1 y MERS y también de células pulmonares humanas infectadas. “Se espera que esta ventana de oportunidad sea más larga en los seres humanos, porque el período entre la aparición de la enfermedad del coronavirus y la muerte es generalmente más largo en los seres humanos que en los ratones.”
El hecho de que se pueda presentar como una píldora, y no como un tratamiento endovenoso, que es la mayoría de los que actualmente se emplean en pacientes de COVID-19, le añade valor al hallazgo: “Además de la facilidad de la administración, ofrece una ventaja potencial para tratar a pacientes menos enfermos de manera profiláctica, por ejemplo, en un hogar de ancianos —un ámbito de mucha concentración de perfiles de alto riesgo— donde muchas personas quedaron expuestas al coronavirus pero todavía no presentan síntomas”, ilustró UNC. Incluso podría servir como medida preventiva para el personal de medicina y enfermería que trabaja con el peligro cotidiano de contagio.
Como estos equipos interinstitucionales, que cooperan en programas comunes del Instituto Nacional de Salud (NIH) de los Estados Unidos, también habían ensayado los usos del remdesivir en relación a los coronavirus, una de los investigadores, Maria Agostini, del laboratorio de Denison, hizo una comparación para ver qué sucede cuando estos coronavirus se adaptan para inutlizar los antivirales. “Los virus que pueden presentar mutaciones para resistir al remdesivir son en realidad más susceptibles al EIDD-1931, y a la inversa, lo cual sugiere que ambas drogas se podrían combinar para una mayor eficacia y para prevenir la aparición de resistencia”, analizó George Painter, de Emory.
Los ensayos clínicos de la versión oral del nuevo compuesto, el promisorio EIDD-2801, comenzarán en las próximas semanas. Si tienen éxito, pueden marcar una profunda diferencia a la amenaza que comenzó en 2002 con el SARS. “En conjunto, nuestros datos apoyan el desarrollo continuo del EIDD-2801 como un potente antiviral de amplio espectro que podría ser útil para el tratamiento de las infecciones de coronavirus contemporáneas, las de reciente aparición y las que surjan en el futuro”, concluyeron los autores del estudio.