Un reciente error de los CDC de Estados Unidos en una guía sobre la posible transmisión del nuevo coronavirus a través de partículas en el aire volvió a generar opiniones encontradas. Qué dice la evidencia hasta ahora
Los funcionarios de salud de todo el mundo aseguran que el nuevo coronavirus se transporta solo a través de gotas que son tosidas o estornudadas, ya sea directamente o en objetos. Pero algunos científicos dicen que hay evidencia preliminar de que existe la transmisión por el aire, lo que significaría que la enfermedad se propaga en las partículas mucho más pequeñas del aire exhalado, conocidas como aerosoles, y que se deben tomar precauciones, como aumentar la ventilación en interiores, para reducir el riesgo de infección
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos publicaron el viernes 18 de septiembre una guía que especificaba la posible transmisión del nuevo coronavirus a través de partículas en el aire por error: “Una versión preliminar de los cambios propuestos a estas recomendaciones se publicó por error en el sitio web oficial de la agencia”, dijo el CDC.
La guía, ahora retirada, recomendaba que la población use purificadores de aire para reducir los gérmenes transmitidos por el aire en el interior para evitar que la enfermedad se propague.
Esta no era la primera vez que una entidad se pronunció sobre el tema. De hecho, en un informe científico publicado en su sitio web el 27 de marzo, la Organización Mundial de la Salud dijo que no hay pruebas suficientes para sugerir que el SARS-CoV-2 se transmite por el aire, excepto en determinados contextos médicos, como cuando se intuba un paciente infectado.
Lo cierto es que la publicación de la CDC abrió nuevamente el debate acerca de sí el COVID-19 permanece o no en el aire. José Luis Jimenez, experto en química ambiental, definió al SARS-CoV-2: “Desde el punto de vista técnico es un virus que se transmite por esta vía de los aerosoles y un poco por las superficies; es difícil de entender ya que no es súper contagioso. La medicina y los epidemiólogos tienen la creencia de que si un virus se transmite por el aire tiene que ser muy contagioso y esto es un error de la historia; han negado que las enfermedades o los virus se transmiten por el aire y sólo se han demostrado las que eran muy contagiosas”. Esta tesis refuerza el hecho de que existe la transmisión aérea del nuevo coronavirus y es más importante de lo que se creía.
«Los aerosoles son pequeñas partículas, pequeñas bolitas de material, o saliva o fluido respiratorio que salen al hablar o al respirar y flotan en el aire. También salen las gotas más grandes que caen al suelo en uno o dos metros pero además salen partículas mucho más pequeñas que no vemos y ahí puede haber un virus, y entonces esas se quedan flotando en el aire, y otra persona la puede respirar y así infectarse”, especificó el químico, que según la Universidad de Colorado es el quinto científico más citado a nivel mundial en geociencias durante los últimos 10 años.
Muchas enfermedades, incluido el COVID-19, infectan con mayor eficacia cuando están cerca. Dado que las gotas son visibles y caen al suelo hasta a dos metros, podemos ver y comprender fácilmente esta ruta de infección. De hecho, durante décadas se pensó que la tuberculosis se transmitía por gotitas y fómites, basándose en la facilidad de infección en las proximidades, pero la investigación de la ciencia finalmente demostró que la tuberculosis solo se puede transmitir a través de aerosoles. “Creo que hemos cometido un error similar con COVID-19”, manifestó el profesor de la Universidad de Colorado.
Cuando los funcionarios de salud pública dicen que no hay evidencia suficiente para decir que COVID-19 está en el aire, se refieren específicamente a ser transportados en aerosoles cargados de virus de menos de 5 micrómetros de diámetro. En comparación con las gotas, que son más pesadas y se cree que viajan solo distancias cortas después de que alguien tose o estornuda antes de caer al piso o sobre otras superficies, los aerosoles pueden permanecer en el aire por más tiempo y viajar más.
“Hay que entender que simplemente la distancia no sirve en interiores. Es útil y ayuda mucho, hay que mantenerla. Pero no es suficiente. Sólo con la distancia no estamos a salvo. O sólo con la distancia, mascarilla y lavándonos las manos tampoco estamos a salvo, hemos reducido el riesgo. Para reducir el riesgo más habría que hacer las cosas afuera, aumentar la ventilación y hacer más cosas”, enfatizó Jimenez.
La evidencia hasta ahora
La evidencia de estudios preliminares e informes de campo de que el SARS-CoV-2 se está propagando en aerosoles es mixta. En el punto álgido del brote de coronavirus en Wuhan, China, el virólogo Ke Lan de la Universidad de Wuhan recolectó muestras de aerosoles en y alrededor de hospitales que trataban a personas con COVID-19, así como en las concurridas entradas de dos grandes almacenes. Lan y sus colegas informaron haber encontrado ARN viral del SARS-CoV-2 en varios lugares, incluidos los grandes almacenes.
El estudio no determina si los aerosoles recolectados pudieron infectar células. Pero, en comunicación con la revista científica Nature, Lan expresó que el trabajo demuestra que “al respirar o hablar, la transmisión de aerosol de SARS-CoV-2 puede afectar a personas cercanas y lejanas de la fuente”. Como precaución, el público en general debe evitar las multitudes, escribe, y también debe usar barbijos, “para reducir el riesgo de exposición a virus en el aire”.
Otro estudio no logró encontrar evidencia de SARS-CoV-2 en muestras de aire en salas de aislamiento en un centro de brotes dedicado al tratamiento de personas con COVID-19 en Singapur. Las muestras de superficie de un ventilador de salida de aire arrojaron un resultado positivo, pero dos de los autores, Kalisvar Marimuthu y Oon Tek Ng del Centro Nacional de Enfermedades Infecciosas de Singapur, explicaron en diálogo con la revista que la salida estaba lo suficientemente cerca de una persona con COVID-19 que podría haber sido contaminada por gotas respiratorias por toser o estornudar.
Un estudio similar realizado por investigadores en Nebraska encontró ARN viral en casi dos tercios de las muestras de aire recolectadas en salas de aislamiento en un hospital que trata a personas con COVID-19 grave y en un centro de cuarentena que alberga a personas con infecciones leves. Las superficies en las rejillas de ventilación también dieron positivo. Ninguna de las muestras de aire fue infecciosa en cultivo celular, pero los datos sugieren que “las partículas virales de aerosol son producidas por individuos que tienen la enfermedad COVID-19, incluso en ausencia de tos”, escriben los autores.
La OMS escribe en su último informe científico que la evidencia de ARN viral “no es indicativo de un virus viable que pueda ser transmisible”. El informe también apunta a su propio análisis de más de 75.000 casos de COVID-19 en China que no informaron haber encontrado transmisión aérea. Pero Ben Cowling dice que “no se presentaron muchas pruebas para respaldar la evaluación” y, la ausencia de evidencia no significa que el SARS-CoV-2 no esté en el aire.
Los científicos en los Estados Unidos han demostrado en el laboratorio que el virus puede sobrevivir en un aerosol y permanecer infeccioso durante al menos 3 horas. Aunque las condiciones en el estudio fueron “altamente artificiales”, probablemente existe “un riesgo distinto de cero de propagación a largo plazo por el aire”, dice el coautor Jamie Lloyd-Smith, investigador de enfermedades infecciosas de la Universidad de California, Los Ángeles.
Sin embargo, Leo Poon, virólogo de la Universidad de Hong Kong, no cree que haya pruebas suficientes para decir que el SARS-CoV-2 está en el aire. Le gustaría ver experimentos que demuestren que el virus es infeccioso en gotas de diferentes tamaños.
También se desconoce si las personas con COVID-19 producen suficientes aerosoles cargados de virus para constituir un riesgo, dice Lloyd-Smith. «Sería otra gran parte del rompecabezas”, explica. Uno de estos estudios no pudo detectar el ARN viral en el aire recogido 10 centímetros frente a una persona con COVID-19 que respiraba, hablaba y tosía, pero los autores no descartaron por completo la transmisión por el aire.
Otra incógnita crucial es la dosis infecciosa: la cantidad de partículas de SARS-CoV-2 necesarias para causar una infección, sostiene Lloyd-Smith. “Si una persona está respirando un virus en aerosol, no sabemos cuál es la dosis infecciosa que brinda una posibilidad significativa de infectarse”, advirtió. Un experimento para llegar a ese número, exponer deliberadamente a las personas y medir la tasa de infección a diferentes dosis, no sería ético dada la gravedad de la enfermedad.
“Cualquiera que sea la dosis infecciosa, la duración de la exposición es probablemente un factor importante también”, afirmó Tang. Para el especialista, es posible que cada respiración no produzca mucho virus, pero “si está de pie junto a alguien infectado, compartiendo el mismo espacio aéreo durante 45 minutos, inhalará suficiente virus para causar la infección”.
Pero capturar esas pequeñas concentraciones de aerosoles que, dada la combinación correcta de flujo de aire, humedad y temperatura, podrían convertirse en una dosis infecciosa con el tiempo, es “extremadamente difícil”, expuso Morawska. “Podríamos decir que necesitamos más datos, pero entonces deberíamos reconocer la dificultad de recopilar los datos”, agregó.