Desde la confirmación del primer caso en el país, en marzo, hasta hoy, la enfermedad ya ocasionó más de 36 mil muertes, lo que la sitúa en las estadísticas de letalidad detrás de las patologías cardiovasculares, respiratorias y el cáncer


Las enfermedades cardiovasculares son en todo el mundo la primera causa de muerte. Y la Argentina no es la excepción.

Según los últimos datos disponibles en el país, del total de 341.688 muertes que ocurrieron en 2017, 97.219 fueron por esa causa, seguidas por 65.488 que fallecieron por todos los tipos de cáncer y 64.869 víctimas de enfermedades respiratorias.

Si se hiciera un viaje en el tiempo a un hospital de principios del siglo XX se vería que la mayor parte de las defunciones se producían por enfermedades infecciosas como la neumonía, tuberculosis o infecciones gastrointestinales.

Los cambios en la forma de morir son un reflejo de cómo evolucionaron las sociedades y a medida que los niveles de vida fueron en aumento, las causas de defunción también cambiaron, aunque eso varía según el país y su nivel de ingresos.

Pero, ¿por qué es importante saber de qué mueren las poblaciones? Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “uno de los indicadores más importantes para evaluar la eficacia de los sistemas de salud de los países es la cifra anual de muertes y su causa”. De este modo, las autoridades sanitarias pueden orientar sus actividades en materia de salud pública.

Así, si por ejemplo, la mortalidad por cardiopatías y diabetes se dispara en pocos años en una determinada región, es conveniente poner en marcha un programa potente para fomentar modos de vida que ayuden a prevenir estas enfermedades. Asimismo, si en un país se registra una alta mortalidad infantil por neumonías y el presupuesto dedicado a ofrecer tratamientos eficaces es reducido, se puede aumentar el gasto en esta partida.

Desde que el SARS-CoV-2 hizo su aparición en Wuhan, China, a fines de 2019, hasta la actualidad, en la Argentina murieron 36.347 personas y con esa cifra la enfermedad se ubicó -en ocho meses- en el cuarto lugar en las estadísticas de mortalidad en el país, por encima, por ejemplo, de los accidentes de tránsito (19.419 muertes), las enfermedades infecciosas (14.495 muertes) o la diabetes (8.893 muertes).

Para analizarlo por día, por todas las causas mueren en el país 936 personas por día, mientras que por COVID-19 lo hacen entre 200 y 400 según los reportes de los últimos días del Ministerio de Salud. Esto equivale a decir que alrededor de un tercio de las muertes diarias en la Argentina son a causa del nuevo coronavirus.

“Ayer la mortalidad en la Argentina por COVID-19 llegó a 800 por millón, una de las más altas del mundo. Es tremenda la cantidad de gente que está muriendo por esa causa, sobre todo porque como además no se testea suficiente hay muchas personas que seguramente murieron por COVID-19 y no se contabilizaron, o sea que se transformó en una causa primordial de mortalidad en el país”. El médico neurólogo Conrado Estol (MN 65.005) analizó que “la primera ola duró nueve meses por no testear y lo que hay que dimensionar es que mientras dura la primera ola, por más que no se sature el sistema de salud, se muere gente”.

Al día de hoy, “la evidencia científica confirmó que la mortalidad del coronavirus es diez veces superior a la de la gripe -señaló Estol-. Si hay una buena noticia es que la mortalidad disminuyó significativamente: un estudio del Reino Unido, que refleja lo que ocurre en la mayoría de los países, mostró que la probabilidad de sobrevivir en terapia intensiva pasó del 40% al 80% en pocos meses”. Esto se atribuye -según él- “a que las consultas son más tempranas, los pacientes más jóvenes y al uso de corticoides y otras medidas terapéuticas”.

Para Estol, “la Argentina acumula muchísimas muertes por millón de habitantes, igual que los países más afectados porque no supo cortar la transmisión usando el testeo”. “Ahora el foco, más que en las vacunas, que van a llegar más tarde o más temprano, es hacer un uso inteligente del testeo para evitar la segunda ola”.