Aprobado por el grupo de epidemiólogos y en consenso con Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof, el Presidente ya tendría decidido que el aislamiento, que debería finalizar el 28 de junio, continúe dos semanas más. Mañana se reunirán los ministros de Salud Ginés González García, Daniel Gollán y Fernán Quirós
El primer minuto del viernes 20 de marzo comenzó a regir el período de aislamiento social, preventivo y obligatorio en el marco de una emergencia sanitaria por el coronavirus. El decreto de necesidad y urgencia anunciado por Alberto Fernández la noche anterior estimaba como plazo el martes 31 de marzo inclusive. “Vamos a ser absolutamente inflexibles, vamos a ser muy severos, porque la democracia nos los exige”, declaraba el presidente. Por entonces, las muertes eran tres y los pacientes contagiados 158.
86 días y seis prórrogas después, el gobierno nacional ya tendría decidido extender una vez más la cuarentena. La sexta postergación empezó el 8 de junio y vencerá el 28, tres semanas después. Después de cinco períodos de confinamiento con dos semanas de extensión, se decretó uno de 21 días. El argumento que empleó el Presidente evidencia una lectura política de la inquietud ciudadana por la prolongación sistemática de la cuarentena: “Con los científicos y epidemiólogos que siempre nos asesoran creímos que era mejor fijar una regla a más largo plazo para terminar con la ansiedad que ocurre cada quince días”.
El 28 de junio tampoco va a finalizar el aislamiento para algunos argentinos. El 75% del país ya inició el 8 de junio la fase 5 -la última-: la nueva normalidad, con el distanciamiento social, preventivo y obligatorio, los hábitos de higiene y los protocolos de cuidado como reglas básicas. Las zonas con un sistema de salud autosuficiente, sin transmisión comunitaria y con un tiempo de duplicación de casos confirmados inferiores a quince días atraviesan el último proceso de la emergencia sanitaria con libertad de movilidad interjuridisccional.
El resto del país son, bajo esta segmentación geográfica y en rigor de la situación epidemiológica, el aglomerado urbano denominado Área Metropolitana de Buenos Aires más un promedio de cuarenta partidos bonaerenses, el departamento de San Fernando de la Provincia del Chaco, los departamentos de Bariloche y de General Roca de Río Negro, el departamento de Rawson en Chubut y la ciudad capital de Córdoba. Allí, y en cualquier jurisdicción que no cumpla con los parámetros epidemiológicos y sanitarios, la cuarentena se extendería hasta el domingo 12 de julio.
El anuncio se haría en el transcurso de esta semana y mañana se reunirán los ministros de Salud Ginés González García, Daniel Gollán y Fernán Quirós para empezar a delinear el tono de las medidas sanitarias.
Será el día 114 de confinamiento y el quinto mes del calendario afectado por la cuarentena. Es una fecha consensuada entre Nación, Ciudad de Buenos Aires y Provincia de Buenos Aires, los tres actores principales en el foco neurálgico del virus en el país. Los infectólogos asesores y amigos del jefe de Estado también avalan esta nueva prórroga del aislamiento a expensas del crecimiento progresivo de los contagios en el AMBA. La curva ascendente de los infectados es la señal de alerta: los enfermos con coronavirus ascienden a 30.295, las víctimas fatales suman 815 y los casos confirmados y los muertos quiebran récords nacionales todos los días.
El argumento es la línea de crecimiento de los contagios notificados: 1.226 el miércoles, 1.386 el jueves, 1.391 el viernes y 1.531 el sábado. El miércoles 10 de junio -el de los 1.226 infectados-, Alberto Fernández alertó: “La velocidad de contagio que tenemos hoy es la más alta que hemos tenido desde el día cero. Con lo cual, en verdad tendríamos que estar en la fase 1”. Y dijo, para dejarlo en claro, que la fase 1 sería la cuarentena absoluta.
Hubo, en los últimos días, una serie de municipios que debieron retroceder en el esquema de fases por un nuevo contagio. Tras ochenta días sin casos positivos, la localidad de Laprida, que estaba a días de acceder a la “nueva normalidad”, regresó a la fase 1. Un decreto municipal estableció que hasta el 22 de junio podrán funcionar únicamente las actividades consideradas esenciales entre las 9 y las 17 horas.
Olavarría, que permaneció más de setenta días sin contagios, sufrió un rebrote exponencial. Su intendente, Ezequiel Galli, había postulado una encuesta en su cuenta de Twitter donde invitaba a sus seguidores a votar entre “sigamos aislados” o “basta de aislamiento». La votación estaba acompañada por preguntas retóricas: “¿Hasta cuándo vamos a seguir así? ¿Tiene sentido seguir estirando el aislamiento? ¿Cuál es el plan para atacar el pico de la curva? ¿Ustedes también se hacen estas preguntas?”.
Olavarría ostenta el récord en la provincia de Buenos Aires de contagios con más de 91 casos confirmados, aún con una población menor en comparación con jurisdicciones más populosas como Bahía Blanca o Mar del Plata. Debió regresar a la fase 1. “Debemos volver a empezar -resumió el intendente-. La razón es concreta: hubo encuentros familiares, cumpleaños, eventos sociales, asados entre amigos y así se dieron los contagios”. Cuando la localidad se preparaba para inaugurar la última fase de la cuarentena, los contagios se dispararon. Los comercios y las industrias tuvieron que volver a cerrar, volvió la exclusividad laboral para los servicios esenciales, de nuevo al 20 de marzo.
Los casos de Laprida y Olavarría no son los únicos. Chascomús, Castelli y Baradero también debieron retroceder fases por la aparición de hisopados positivos. Axel Kicillof, gobernador de la provincia, dijo hace apenas cuatro días: “Tendremos que ir acostumbrándonos a esta situación de flexibilizar y endurecer. Entramos en una etapa de crecimiento más veloz de los contagios y respetamos el criterio de no autorizar más actividades y la circulación”. Cuando fue consultado sobre el regreso a la primera fase del aislamiento, dijo que se “entrará en una etapa de revisión” con la instrumentación de nuevas medidas de restricción en procura de aplacar el aumento de la curva de contagios en la zona metropolitana.
Horacio Rodríguez Larreta, por su parte, se distanció de las posturas del presidente y del gobernador. No abonó la hipótesis del regreso a fase 1 o un endurecimiento de las restricciones y, por el contrario, dispuso liberar ciertas actividades y respaldó las flexibilizaciones otorgadas. En la última semana, la invasión de runners en las noches de la Ciudad de Buenos Aires presentó un contrapunto entre los líderes. El presidente reveló que le transmitió su preocupación al jefe del gobierno porteño: “Le escribí y le dije ‘esto está mal’; él me habló de la demanda y las ganas de ir a correr… todos tenemos ganas de salir, de comer un bife con un amigo, de ir a almorzar con la familia, yo quiero ir a la cancha más que nadie”.
“Horacio me dijo que iban a ver modos para que esto no pase. Abrieron calles y mejoró el distanciamiento, pero es un incentivo a salir”, remarcó después el presidente. Las modificaciones que se implementaron en las calles porteñas para evitar la aglomeración de los corredores suavizó la tensión por esta controversia. El resultado de esta disposición en el control epidemiológico se sabrá en los próximos días. “Todos saben que las actividades que se abren impactan 7 a 14 días después. Si dentro de 7 a 14 días nosotros observamos que hubiera una mayor circulación viral, se los vamos a comunicar”, dijo el ministro de Salud porteño, Fernán Quirós.
Quirós además dijo que lo peor está por venir. Admitió un incremento lento y progresivo de los contagios, pero no considera que se haya trazado una aceleración de la curva. De hecho, las estadísticas de la Ciudad de Buenos Aires presentan, por el momento, mejores pronósticos que los datos de la Provincia. El 8 de junio hubo en el territorio porteño más casos que en toda el área bonaerense: el Ministerio de Salud de la Nación anunció 344 contagios en la provincia y 420 en la ciudad. Desde entonces, los casos confirmados experimentaron una suba progresiva en la provincia mientras que en la capital se percibe un aplastamiento de la curva.
El 9 de junio hubo 545 contagios en la provincia y diez menos en la ciudad. Al día siguiente, 621 infectados en la provincia y cien menos en la ciudad. El 11 de junio, 756 en la provincia y 538 en la ciudad. El último viernes, 744 en la provincia y 565 en la ciudad. El sábado, la cifra subió a 849 positivos de Covid-19 en la provincia y 558 dentro del radio porteño. Si bien, aún la Ciudad de Buenos Aires tiene más infectados que la Provincia de Buenos Aires (14.149 contra 12.561), el informe de los últimos cinco días le concede al gobierno porteño una mejor evaluación de la curva de contagio, con un promedio de casos diarios estacionado en los 550. La provincia evidenció una suba de más del doble de los casos confirmados en menos de una semana.