La estenosis valvular aórtica es la enfermedad estructural cardíaca de mayor incidencia a partir de los 75 años: se estima que el 5 por ciento de la población mundial la padece. Consiste en el endurecimiento y obstrucción de la válvula aórtica, que permite el paso de la sangre hacia la arteria aorta y evita el reflujo hacia el corazón. Con el tiempo genera la aparición de síntomas como dolor de pecho, cansancio inusual después de una actividad, mareos, desmayos y falta de aire. Hasta el momento, para pacientes jóvenes, la intervención -por lo arriesgado- era un implante convencional.
Sin embargo, un grupo de cardioangiólogos intervencionistas argentinos realizó con éxito un actualizado procedimiento de reemplazo de la válvula aórtica mediante cateterismo a un paciente de 24 años que se encuentra evolucionando y fuera de peligro. Este tipo de cirugía está reservado para personas mayores con alto riesgo quirúrgico en los que no es recomendable hacer un implante mediante una operación convencional (a cielo abierto).
La técnica utilizada, llamada «implante valvular percutáneo» (TAVI, por su sigla en inglés), es de las más novedosas: se estima que se llevan realizados en el mundo más de 300 mil procedimientos, con excelentes resultados que evidencian una reducción de la mortalidad respecto de la cirugía convencional. En Argentina se realiza desde hace siete años, sumando cerca de 2000 procedimientos de implante valvular aórtico en enfermos con estenosis aórtica severa, aunque nunca se había implementado en un paciente de tan temprana edad.
«Sin ninguna duda, es el primer caso en nuestro país en una persona tan joven y no tenemos reportes sobre un caso similar entre colegas de otros países», graficó Alejandro Cherro, presidente del Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI) que encabezó la operación en la Clínica Adventista Belgrano junto a los colegas Ernesto Torresani y Fernando Cura.
La TAVI se trata de un procedimiento mínimamente invasivo que consiste en la introducción a través de la ingle de una válvula de última generación plegada en un tubo plástico de 7.5 mm, que al llegar a la zona de la válvula aórtica disfuncionante, la reemplaza restituyendo su función, que fundamentalmente reside en conducir la sangre desde el corazón hacia los diferentes órganos.
Para el doctor Torresani «se abre un nuevo camino en el tratamiento de este tipo de enfermedades en pacientes que no son candidatos a una nueva cirugía a cielo abierto». «El avance de la tecnología y la experiencia cada vez mayor de los profesionales médicos en cirugías mínimamente invasivas por cateterismo están logrando que aumente la cantidad de pacientes beneficiados con este tipo de tratamientos. Somos muy optimistas en cuanto al desarrollo de las técnicas percutáneas en nuestro país», agregó Cherro.