El Cirque du Solei armó la carpa en la que ofrecerá desde el 23 de junio y hasta fines de julio con un total de 48 funciones su espectáculo «Bazzar». Esto marca el regreso de la compañía a la Argentina tras cinco años de ausencia. 

La carpa azul y blanca del Cirque du Soleil -un gigante de 19 metros de altura y 51 de diámetro, sostenido por cuatro mástiles de 25 metros de altura cada uno- ya está instalada en Costanera Sur. Allí, entre el 23 de junio y el 30 de julio, tendrán lugar las funciones de Bazzar, show con el cual el famoso circo con base en Quebec regresa a la Argentina luego de cinco años de ausencia.

 

Con 35 artistas de 23 países en escena, el show es anunciado como un retorno a los orígenes del grupo. «No tiene mucha tecnología, mucha maquinaria. Revaloriza las habilidades físicas y artísticas. Los números son más simples que en otros espectáculos», adelanta Larroude. Además de las disciplinas del balancín, acarreo, bicicleta acrobática, contorsión, patines, trapecio, cuerda aérea, suspensión de cabello, manipulación de fuego y cuerda floja, incorpora la novedad del Mallakhamba, deporte tradicional de la India en el cual un gimnasta realiza posturas aéreas de yoga y agarres de lucha junto a un poste de madera vertical fijo o colgante, o un bastón o cuerda para colgar. El número de suspensión de cabello está a cargo de una argentina, Josefina Oriozabala.

Hay más de 10 acompañantes oficiales (entre ellos esposos, esposas, novios, novias e hijos). «Hay tres niños de un año, dos y cuatro. Cuando tenemos muchos hay un maestro para todos», cuenta Caio. El Cirque tiene una cocina propia que prepara entre 150 y 200 comidas diarias. Los chefs son cuatro. Y hay dos médicos para los artistas. El resto del staff se atiende en el hospital local. Sobre la vida de los artistas, el manager cuenta: «Para ellos el tour es interesante porque quieren conocer las culturas locales, desde restaurantes a puntos turísticos. Es muy común viajar dentro del país los días que no se trabaja».


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