La iniciativa impulsada por el Gobierno que transforma el aborto clandestino en seguro, legal y gratuito fue aprobado en una sesión histórica. La votación tuvo lugar tras un largo debate seguido por miles de manifestantes en todo el país. La marea verde que hizo el aguante fuera del Congreso celebró con abrazos, gritos y llantos de emoción su aprobación
A las 4.12 de la madrugada, el Senado dio el paso histórico: el tablero del recinto indicó que la interrupción voluntaria del embarazo (IVE) obtuvo 38 votos en favor para convertirse en ley, frente a 29 votos que se opusieron. El tablero registró también 1 abstención y 4 ausentes. «Resulta aprobado», dijo entre aplausos la presidenta del cuerpo, Cristina Fernández de Kirchner, al cabo de una jornada de vértigo, durante la cual el correr de las horas acrecentó la brecha entre quienes apoyaron el derecho de las mujeres a acceder a la IVE y quienes procuraron mantener la práctica en la clandestinidad. La amplitud del respaldo a la ley, que la Campaña por el Derecho al Aborto reclama hace 15 años, estaba fuera de los cálculos más optimistas al comienzo de la sesión, y se fue construyendo con el correr de las horas, con las revelaciones progresivas de los votos de senadoras y senadores que permanecían como indecisos (Lucila Crexell, Oscar Castillo, Stella Olalla, Edgardo Kueider, Sergio Leavy) y que terminaron inclinándose por la afirmativa. Como había sucedido veinte días antes en Diputados, el aire en el Senado sopló abrumadoramente verde. La mayoría de los votos positivos fue aportada por senadoras, en un apoyo transversal, de todo el espectro partidario, que cristalizó lo que sucedió con el proyecto desde que comenzó su trámite parlamentario este año.
Los cierres de los bloques habían comenzado poco antes de las 2 de la mañana, cuando Alberto Weretilneck develó, finalmente, que había resuelto acompañar el proyecto enviado al Congreso por el Poder Ejecutivo, días después de que advirtiera que acompañaba el dictamen del plenario de comisiones en disidencia, porque cuestionaba los plazos que admitía el texto para realizar la práctica. “Estamos discutiendo esto porque es absolutamente inevitable” hacerlo, señaló el rionegrino. “Tenemos un sistema democrático donde las políticas públicas las decide el pueblo (…) no estamos gobernados por monarquías” y “no tenemos religiones únicas ni partidos políticos únicos”, dijo. “Cada tanto las sociedades ponen en crisis sus costumbres, sus valores y su moral”, observó en una intervención en la que habló de la vasectomía que se practicó y citó a Durkheim.
Agradeció, además, al Poder Ejecutivo el compromiso de vetar “el concepto de salud integral” del texto, a la hora de reglamentar la ley, porque eso “permite tener una ley viable”.
Alrededor de las 3 de la mañana, el formoseño Luis Naidenoff anunció que, como en 2018, acompañaba con decisión el proyecto de IVE. Naidenoff había advertido que podría decir “vengo a representar a mi conciencia” pero que no quería refugiarse en eso, porque sería traicionarse a sí mismo. “La esencia de la república es la representación”, detalló, y habló en nombre de ciudadanas y ciudadanas en un debate sobre “el rol del Estado ante la realidad” y no dogmas. “Son cien años de un Estado no resuelve, dejando hacer”, subrayó. «Si de ampliación de derechos se trata, solo hay dos parámetros: la libertad y la igualdad», dijo y reiteró la necesidad de «romper en serio con desigualdades».
«Mi provincia es la primera del país con mayor tasa de embarazo de niñas de 10 a 14 años. Mi provincia es la que el 75 por ciento de los embarazos de las adolescentes son no deseados», recordó; «sin embargo, a pesar de eso, todos los legisladores de esa provincia (…) votaron en contra». Por eso, añadió, estaba en el recinto para representar «la mayoría silenciosa (que) es de dolor, violencia, marcada de prejuicios. Es la mayoría de mujeres marcadas por la hipocresía social. A esa mayoría silenciosa vengo a honrarlas con mi voto».
“Hoy va a ser una bisagra en Argentina”, detalló la mendocina Anabel Fernández Sagasti en su cierre, en el que recordó que hubo pioneras antes y habrá nuevas luchas a continuación. «Mañana la sociedad no va a ser la misma, el Estado no va a ser el mismo porque ya no nos va a empujar más a la clandestinidad y además habremos conquistado el poder de decidir». Las mujeres «abortamos». «Ahora con los debates nos enteramos que nuestras madres abortaban, que nuestras madres abortaron. Y que gracias al debate dejaron la soledad», hiló, al retomar qué impacto tuvo el debate social y el trámite parlamentario de 2018.
«Este status quo no resiste más», dijo tras detallar largamente las desigualdades que las mujeres padecen en Mendoza: prohibición de acceso al misoprostol («como en San Juan»), obstáculos para chicas y chicos tengan ESI, violencia de género. Quienes criticar que la comisión cabecera del proyecto de IVE fuera la Banca de la Mujer, adviritó, es «en el fondo cuestionar nuestro poder de decidir». Porque «el aborto es producto de un cumulo de violencias que las mujueres vivimos todos los días de nuestra vida», añadió, «quiero que las mujeres vivamos libres, sin miedo y con el poder de decidir».
“Toda vida vale”, lamentó Silvia Elías de Pérez, una de las articuladoras de que en 2018 el proyecto de IVE quedara frenado en el Senado. “Sin que importe si se trata de una persona del interior o de la capital, toda vida vale”, señaló. “Significa que el Estado ha tirado la toalla en esta pelea or la vida”, añadió al evaluar que estaba cerca la legalización y reflexionar que “si estaríamos en la época de Sócrates” la iniciativa no sería objeto de debate. Insistió, además, con asegurar que el aborto legal sería inconstitucional, algo que días previos había sostenido en entrevistas periodísticas en las que auguró judicializaciones permanentes para evitar la aplicación de la ley. “¿Qué pensará un feto de la semana 13 si cruza la frontera de un país a otro país”, reflexionó, poco antes de reivindicar al ginecólogo Leandro Rodríguez Lastra, condenado a un año y dos meses de inhabilitación por haber obstaculizado un aborto legal a una joven violada.
«Obviamente que es un tema muy profundo y que tenemos visiones distintas», dijo José Mayans al comienzo de su cierre, la última intervención antes del momento de votar. Añadió que creía «estar representando a millones de mujeres argentinas” y reiteró el argumento que discute cuál es el momento de comienzo de la vida («en la concepción»). «El niño le salva la vida a la mujer», aseguró el formoseño, que días atrás, durante las audiencias informativas ante el plenario de comisiones, se había opuesto a que una expositora reprodujera el audio de una entrevista a Belén, la joven tucumana que estuvo presa por haber padecido un aborto espontáneo.
Minutos después, Fernández de Kirchner indicaba que había llegado la hora de hacer historia.
El optimismo de la noche
Pasadas las diez de la noche, cuando casi la mitad de la lista de oradores ya había hecho uso de la palabra, el Senado de la Nación debatía el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo (IVE) en medio de optimismo y revelaciones de votos que –por indecisión o meditación– habían permanecido como incógnitas durante semanas. Tres de esos votos (los de Stella Maris Olalla, Lucila Crexell y Sergio Leavy, ambas con discursos ) resultaron afirmativos, por lo que la diferencia a favor del aborto legal se incrementaba con el correr de las horas. Al cierre de esta edición, ese número se estimaba en por lo menos 5 votos favorables para la iniciativa, una cifra que al comienzo de la sesión nadie se animaba a afirmar en voz alta. Fuentes legislativas interpretaban que la balanza se habría terminado de inclinar definitivamente luego de que Norma Durango anunciara, al presentar el proyecto, que el Poder Ejecutivo se comprometió a modificar el texto de la ley al momento de reglamentarla, para «vetar parcialmente la palabra ‘integral’” en el inciso B del artículo 4 del texto aprobado en Diputados, que refiere la “salud integral” de las mujeres como posible causal de la interrupción legal del embarazo (ILE).
Camino a la medianoche, con (pocas, por protocolo sanitario) funcionarias nacionales, con Vilma Ibarra a la cabeza, y diputadas presenciando la sesión desde galerías, los poroteos más conservadores empezaban a dejar paso a un optimismo más sólido. Hasta el atrio y el Salón de las Provincias, que la Cámara había destinado al periodismo, llegaban los sonidos de la calle, con los cánticos de la vigilia convocada por la Campaña por el Derecho al Aborto, algunas de cuyas pioneras (Marta Alanis, Nelly Minyersky) habían ingresado temprano al Congreso, mientras que otras (Nina Brugo, Marta Rosenberg), al anochecer, elegían el calor de la calle y la multitud. Del lado sur de la valla dispuesta ante el Congreso, unos pocos activistas opuestos a la legalización animaban la movilización con banderas celestes, el feto gigante de cartapesta y confesiones al paso.
El anuncio sorpresa
La sesión comenzó a las 16.08, con 67 senadoras y senadores presentes, cuando Cristina Fernández de Kirchner dio inicio formal a la jornada. Muy pocos de ellos estaban en el recinto, por el protocolo sanitario que la Cámara dispuso hasta marzo para sesionar en pandemia. En total, 34 se encontraban en la Ciudad de Buenos Aires para participar del debate; algunos de ellos lo hacían desde sus despachos, ubicados dentro del palacio legislativo y anexos.
Poco antes, habían llegado al edificio militantes históricas, como Minyersky (enteramente de blanco), Alanis, y la también asesora presidencial Dora Barrancos, que luego seguía la sesión en compañía de la Secretaria Legal y Técnica de la Presidencia, Vilma Ibarra; la ministra de las Mujeres, Elizabeth Gómez Alcorta, y la viceministra de Salud, Carla Vizzotti. El protocolo en el Palacio era estricto, por lo que hasta entrada la sesión algunas diputadas sonoras (Mónica Macha, Cecilia Moreau) dudaron acerca de si podrían acercarse al área de Senado, cosa que finalmente sucedió.
En un recinto todavía caracterizado por el distanciamiento social y las pantallas que permiten la intervención remota de senadoras y senadores, con un salón enorme destinado a funcionarios de Renaper, que garantizaban la correcta verificación de identidad de quienes se conectaban a distancia, la sesión comenzó con moderado optimismo para quienes avalan el proyecto.
«Hoy es un día de esperanza, vamos a debatir un proyecto que evitará más muertes injustas”, dijo al presentar la iniciativa al pleno Norma Durango, quien como presidenta de la Banca de la Mujer había presidido, también, el plenario ante quien expusieron expertos en las audiencias informativas, y advirtió que quienes se oponen a la legalización “no quieren escuchar”. “Mientras tanto, el aborto, que es una tragedia emocional, sigue sucediendo y las mujeres siguen muriendo”, señaló, y poco después definió algo que resultó un elemento común con numerosas intervenciones a lo largo de la tarde y la noche: “La maternidad no puede ser forzada, una maternidad obligada no es una buena maternidad”.
Poco después, Durango dio a conocer la sorpresa a la que fuentes del Congreso atribuyeron el creciente respaldo: el Poder Ejecutivo se comprometió a modificar el texto de la ley al momento de reglamentarla. Se va a «vetar parcialmente la palabra ‘integral'» en el inciso inciso B del artículo 4 (del texto aprobado en Diputados), que refiere la “salud integral” de las mujeres como posible causal de la interrupción legal del embarazo (ILE).
El anuncio, poco después, fue eje casi excluyente de la ronda de preguntas de periodistas de la que participó brevemente la senadora, antes de volver al recinto.
El poder (joven) del consenso
Frente a las frases repetidas acerca de la falta de oportunidad del momento para tratar el proyecto (la pandemia, la crisis, el fin de año, fueron lugares recurrentes), el presunto rol de la voluntad divina en las vidas individuales (“Dios tiene un proyecto de vida para cada uno de nosotros y nosotros tenemos que honrarla”, aseguró el chaqueño Antonio Rodas antes de leer un tuit del Papa; “los ojos de Dios están mirando el corazón de cada uno de los senadores”, aseguró la santacruceña María Belén Tapia), quienes apoyaban el proyecto desplegaban un abanico de motivos de todos los colores, porque, como indicó a su turno a tucumana Beatriz Mirkin, “hay muchos colores entre las mujeres”.
El derecho a elegir la maternidad, el derecho al goce (una palabra que una y otra vez trajo a las intervenciones de senadoras y senadores el recuerdo de su par Pino Solanas, fallecido hace poco más de un mes), la responsabilidad histórica, volvieron una y otra vez a acompasar el crecimiento de los votos favorables. También, la mención de la juventud, cuya presión, presencia, militancia, se convirtió en un factor de peso.
La puntada María Eugenia Catalfamo, que en 2018 no pudo votar porque cursaba un embarazo de riesgo y debió permanecer, en reposo, en su provincia, lo dijo con la claridad los números. “Los diputados millennials, que son 42, en más de un 75 por ciento estuvieron a favor” del proyecto a la hora de darle la media sanción. “En esta Cámara de Senadores, está bien, no somos muchas. Somos 4, 5 mujeres menores de 40: estamos todas a favor de esta iniciativa. Creo que esto no es casual, que tenemos que seguir bregando por más jóvenes en espacios de representación política por ampliación de derechos”, señaló en su exposición. Agregó: “como dijo Solanas, no quiero una juventud con pánico que le tema al mundo y a los mayores”.
En el mismo sentido se explayó la salteña Nora Giménez, quien relató que en su provincia las posiciones ante la IVE “están divididas”. “En la legislatura de mi provincia hay una gran cantidad de jóvenes que están acompañándonos y reclamando para que el IVE sea ley”, señaló antes de explicar que su voto “es un voto para el futuro”, porque definió su posición “a favor de esos miles de jóvenes nos reclaman con responsabilidad que apoyemos esta ley”.
“Las gurisas son obligadas a parir a los 10, 11 y 12 años”, recordó la correntona Ana Almirón, quien dio uno de los discursos más emotivos del primer tramo de la sesión. Como la porteña Guadalupe Tagliaferri horas más tarde, subrayó la importancia que el debate de 2018 tuvo en la escena política, a fuerza de una opinión pública que sacó del closet un tabú. A la política, coincidieron ambas, no le quedó más alternativa que responsabilizarse por el tema que ya no volvió a las sombras. “De 2018 a esta parte ni la sociedad ni los legisladores somos los mismos, perdimos el miedo a defender esta propuesta”, dijo Almirón, que también dio cuenta del paisaje institucional profundamente machista y desigual que reina en su provincia, donde las decisiones las “toman los hombres y las mujeres y disidencias no tenemos participación”, mientras que el 18 por ciento de los nacidos vivos tienen madres menores de 19 años.
En el recinto, poco antes, el fueguino Matías Rodríguez había pedido a sus colegas varones que “como mínimo se abstengan de votar en contra de las mujeres”. El aborto “es un tema sensible, pero es un tema especialmente sensible para las mujeres. Parece un absurdo aclararlo pero tenemos que aclararlo porque he escuchado senadores opinar de los sentimientos de las mujeres, de qué les pasa a las mujeres, opinar con tanto detalle que parecería que tuviesen útero. Los hombres tenemos la obligación de acompañar, bajo ningún punto de vista puedo considerar que los varones votemos en contra de los derechos de las mujeres. (…) Son mujeres las que sufren, son perseguidas, son torturaras. No somos los varones. A nosotros no nos pasa ni nos va a pasar. No os pasa que vayamos a un sistema de salud desesperadas, pidiendo ayuda y encuentren más dolores, tortura”. Momentos después, María Inés Pilatti Vergara, del Frente de Todos, esgrimía el mismo argumento «Los varones son convidados de piedra en este debate», remató.