Ahora que los gobiernos y el personal de salud están mejor equipados para enfrentar la pandemia, la población tiene mejor acceso a mascarillas que evitan la expansión del COVID-19


Mientras los contagios, hospitalizaciones y muertes aumentan en el hemisferio norte con la llegada de la segunda ola de coronavirus. Y mientras Estados Unidos se prepara para el Día de Acción de Gracias, una de las celebraciones más importantes en el país, las autoridades recomiendan —además de no viajar para ese feriado nacional y reducir el número de personas que se reunirán a cenar el próximo jueves 26 de noviembre— comprar mejores barbijos que protejan del COVID-19.

En un comienzo de la pandemia hubo un gran debate sobre qué tan efectivo era el uso de la mascarilla. Incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo que su uso no era importante, luego corrigió y dijo que sí lo era, como también lo aseguraron numerosos expertos en el mundo. Actualmente, hay casi consenso sobre la importancia del uso del barbijo acompañado del distanciamiento social. Su uso en muchas partes del mundo es obligatorio y no tenerlo en lugares público puede acarrear sanciones.

Muchos de los contagios de coronavirus provienen de personas que son asintomáticas y que no saben que están infectadas, por esta razón las autoridades de salud hacen énfasis en la importancia en el uso de la mascarilla. Y si más personas la utilizan, el riesgo de esparcir el virus es muchísimo menor. Así lo demuestran los estudios que se han hecho al respecto, informó The Wall Street Journal.

No obstante, al inicio de la pandemia, cuando reinaba el pánico y gran parte del mundo estaba confinado en casa, se le pedía a la población no abaratarse de mascarillas porque era un bien escaso para el personal del salud. Luego se incentivó a las personas a que fabricaran su propias máscaras y, también, se empezaron a vender barbijos que servían para cubrir el rostro pero que no protegían igual a los quirúrgicos.

Pero ya parte de la situación mundial cambió en cuanto a que las cadenas de suministros se expandieron, los gobiernos están mejor preparados y el personal de salud no sufre la escasez que padeció al comienzo de la pandemia. Por esta razón, las autoridades sanitarias deberían re considerar sus recomendaciones sobre qué mascarillas son más efectivas para evitar la expansión de contagios y cuáles no.

Por ejemplo, un barbijo de algodón protege mucho menos que uno quirúrgico. Sin embargo, si la única opción con la que cuenta la persona es con uno de tela, lo mejor es que tenga muchas capas. También están los que son de algodón y poliéster, éstos protegen mejor. En cuanto efectividad, los de tela tiene un 30% de efectividad mientras que una bufanda solo un 10%.

De acuerdo con el diario estadounidense, las mascarillas quirúrgicas tiene un 60% de efectividad para evitar contagios. También están las que utilizan para construcción que protegen del polvo o de olores fuertes, éstas, aunque parezcan como las que utilizan los médicos y enfermeras, tampoco brindan una buena protección para evitar la expansión del COVID-19.

Las mejores que ofrece el mercado en EEUU son las N95 que pueden filtrar en un 95% partículas infecciosas. Sus equivalentes en otra parte del mundo son las KN95, que se fabrican en China, o las FFP2, que vienen de Europa. En Estados Unidos estas dos últimas fueron autorizadas por la Administración de Medicamentos y Alimentos para su uso.

Las autoridades en EEUU crearon una base de datos donde el público puede chequear el tipo de mascarilla que tiene. Por otra parte, advierten que muchas de las que son promocionadas en el mercado como N95 pueden ser falsas. Lo importante, según recomiendan los expertos, es tener un par de mascarillas N95 y utilizarlas cuando se sabe que se puede estar expuesto al contagio como cuando se visita un supermercado o se viaja en transporte público.