Simpatizantes de Jair Bolsonaro se desplazaron con carteles en contra de la vacuna producida por el laboratorio chino Sinovac -la denominaron “Vachina”- y pidieron la salida del gobernador de San Pablo, Joao Doria, quien anunció la importación de 46 millones de dosis para el estado que gobierna


Cientos brasileños se congregaron el domingo en la principal vía comercial de Sao Paulo para protestar por el apoyo del gobernador estatal, Joao Doria, a la inmunización obligatoria contra el COVID-19 y a las pruebas en el país de la potencial vacuna desarrollada por la compañía china Sinovac. Las manifestaciones antivacuna se replicaron en otras ciudades del país.

El presidente Jair Bolsonaro y algunos líderes de opinión se han mostrado escépticos ante la llamada CoronaVac, y el mandatario ha dicho que los brasileños no serán conejillos de indias de los científicos chinos. El asunto se ha convertido en tema de debate en las campañas de las elecciones a alcaldías y consejos ciudadanos de finales de este mes. Aunque la mayoría de los profesionales de salud respaldan la vacunación, algunas campañas en las redes sociales han planteado interrogantes sobre posibles riesgos de las vacunas.

Doria se ha pronunciado anteriormente a favor de que las vacunas sean obligatorias cuando estén disponibles, lo que provocó una disputa con Bolsonaro, quien promete que será un proceso voluntario. El presidente de la Corte Suprema ha dicho que, en última instancia, será el tribunal el que decida sobre el asunto.

En Brasil son obligatorias algunas vacunas, como la de la hepatitis B, que se administra a los recién nacidos. El país ha tenido mucho éxito con grandes campañas de vacunación en el pasado, erradicando la poliomielitis en los años 80, por ejemplo.

En Sao Paulo, la vacuna de Sinovac está siendo probada como parte de los ensayos clínicos globales de fase III de Sinovac y cuenta con el apoyo del gobierno de Doria.

El Ministerio de Salud anunció el mes pasado que compraría 46 millones de dosis de la vacuna – condicional a la aprobación regulatoria-, algo que fue respaldado por los gobernadores estatales. No obstante, un día después, Bolsonaro dijo que Brasil no compraría la vacuna.

Los manifestantes en Sao Paulo defendieron a Bolsonaro. Uno exhibió un cartel que decía “No somos conejillos de indias” y otro llevaba una mascarilla que decía “no a la vacuna”. Muchos de los presentes estaban apiñados y no llevaban mascarillas.

“Estamos en contra del embajador chino autoritario Joao Doria, que ahora haría obligatoria la vacuna contra nuestros deseos”, dijo el manifestante Andre Petros. “Esto no sucede en ninguna parte del mundo, ni siquiera en China”.

Liderados por el diputado regional Douglas García, del Partido Laboral Brasileño (PTB, por sus siglas en portugués), una formación de centro-derecha, centenares de manifestantes se desplazaron por la Avenida Paulista con carteles en contra de la vacuna china a la que denominaron “Vachina”, pidiendo la salida de Doria del Gobierno.

Para Fernando, un escritor de 31 años de edad que participó en la protesta, el tema no tiene que ver con el país asiático, sino con la libertad. “Yo quiero tener la libertad de poder escoger si quiero tomar la vacuna o no (…). El asunto no es China, el tema tiene que ver con la obligatoriedad de la vacuna. No quiero ser obligado a ser vacunado”, dijo.

No opinó lo mismo Vanderley Acosta, un servidor público de 51 años, que dice que el Gobernador Doria “nos está vendiendo a China y nos quiere obligar a tomar una vacuna con la que sólo él se va a lucrar. No creemos en la vacuna, pues es un medio para ganar dinero y no queremos eso”.

Siguiendo la postura adoptada por Bolsonaro durante la pandemia, la mayoría de los participantes permaneció sin tapabocas durante la protesta, que aglutinó por varias horas a los marchantes sobre la avenida.

Brasil tiene el tercer peor brote de coronavirus a nivel mundial, con 5,5 millones de casos, después de Estados Unidos e India, según un recuento de Reuters. Además, se ubica segundo en la lúgubre lista de muertes a nivel global, con más de 160.000 decesos.