Ayer viernes se cumplió un mes de educación a distancia en Argentina. Desde el lunes 16 de marzo, están suspendidas las clases presenciales en todos sus niveles. En principio la medida regía por dos semanas, pero luego se prorrogó de la mano de la ampliación del aislamiento obligatorio. Ahora el regreso a las aulas parece lejano: la fecha que aparece como tentativa es después de las vacaciones de invierno, recién en agosto.
La experiencia sin precedentes en el país, hasta ahora, arrojó un balance dispar. Hay un contraste muy marcado entre los alumnos. Primero por una cuestión obvia de acceso: la falta de clases presenciales extiende la brecha entre quienes tienen dispositivos y conectividad y quienes no. Pero también por el nivel de reacción de sus gobiernos provinciales ante la pandemia.
Desde que se suspendieron las clases, el gobierno nacional puso un marcha un dispositivo para buscar sostener la continuidad pedagógica. El plan“Seguimos educando” contempla una plataforma con material didáctico ajustado a los distintos Núcleos de Aprendizajes Prioritarios (NAPs), programas de TV y radio a través de los medios públicos y cuadernillos para los alumnos de escuelas públicas.
Del mismo modo, los gobiernos provinciales desplegaron plataformas propias y acciones analógicas para intentar llegar a sus alumnos. La calidad de las respuestas fue muy variada y repercutió en el impacto que tuvo en los estudiantes.
La provincia de Buenos Aires, que concentra más de 4 millones de alumnos, lleva adelante un programa de continuidad pedagógica que combina un portal de material llamado “Continuemos estudiando” y la entrega de cuadernillos para los estudiantes sin conectividad. Por la diversidad propia de la provincia, la llegada es disímil entre los alumnos y la interacción se hace cuesta arriba para los docentes.
En la ciudad de Buenos Aires es donde más quejas se repitieron tanto de directivos como de padres. A los docentes se les pidió que emplearan la plataforma “Mi escuela”, pero su uso se está limitando por ahora a lo administrativo.
“Los profesores no están usando la plataforma para dar clases. Solo entramos los directivos para llevar adelante la parte administrativa. La página no permite casi hacer nada a los docentes. Incluso tienen que pedir permiso para usarla”, dijo un directivo de un secundario porteño.
Los padres también critican cómo transcurre la educación a distancia. Por un lado, se quejan del exceso de tarea que imparten algunos maestros. Por otro, reportan dificultades para navegar la página. “Tardamos media hora para ver un video de una profesora de inglés que duraba literalmente 55 segundos. Funciona con muchos problemas”, reprochó la madre de un chico de primaria.
Casi todas las provincias lanzaron su propia plataforma. Algunas se quedaron a medio camino: ofrecieron contenido sin un canal de diálogo o, por el contrario, ofrecieron un canal de diálogo sin contenido. Un ejemplo es Chubut: planteó un sistema de aulas virtuales con Google Classroom, que permite la interacción entre docentes y alumnos, pero no ofrece por ahora acceso a los materiales pormenorizados por niveles educativos.
Algunas provincias sí pudieron encontrar soluciones integrales. Chaco, por caso, que presenta grandes dificultades de recursos tecnológicos, se sirvió del canal local -Chaco TV- para dar clases y desarrolló una plataforma llamada “ELE” con contenidos divididos por niveles: inicial, primaria, secundaria, técnica y adultos.
Otras provincias también dieron la nota. Córdoba tuvo cierto éxito con su plataforma “Tu escuela en casa”, que combina recursos y secuencias didácticas con actividades.
Misiones fue una de las pioneras: promovió “Guacurarí”, una herramienta digital que tienen hace 5 años y permite cargar videos y audios con explicaciones, chatear con alumnos y también armar foros. A eso le sumaron un caudal de contenidos didácticos procesados de acuerdo a los NAPs.
En tanto, San Luis desarrolló junto a la Universidad de La Punta la plataforma “Aulas virtuales”, que permite clases virtuales para todos los alumnos de la provincia, que ya disponen de conectividad. Antes del lanzamiento, cargaron los datos de cada alumno a los distintos grupos escolares.