Uno de los ejemplos es Fabrizio Larocca, de 29 años, que tiene síndrome de Down y desde hace más de un año realiza tareas de mantenimiento y cadetería en el edificio municipal. Sus compañeros destacan su responsabilidad, dedicación y el impacto positivo en el clima laboral.


“A mí ya me conoce medio mundo, aquí soy feliz”, expresa con una sonrisa Fabrizio Larocca, de 29 años, quien tiene síndrome de Down  y desde hace más de un año trabaja realizando tareas de mantenimiento, cadetería y limpieza en el edificio municipal de San Isidro, ubicado en Av. Centenario 77. Este caso es un ejemplo más de las diversas iniciativas de inclusión laboral que impulsa el Municipio de San Isidro como el bar “Café Positivo”, el programa municipal de Huertas Orgánicas y el trabajo en conjunto con diferentes empresas del distrito.

 

“La idea es que estos jóvenes se sientan importantes y parte activa de nuestra comunidad. Cuando nosotros decimos que la discapacidad tiene sus capacidades no es un mero eslogan, sino que realmente estamos convenidos de eso. En el caso de Fabrizio se da una inclusión directa en el municipio. Con estas acciones estamos logrando un cambio cultural; antes a la discapacidad se la miraba con pena, pero hoy en día se toma en cuenta aquel valor diferencial que puede aportar”, sostiene el secretario de Integración Comunitaria, Arturo Flier.

 

Y remarca: “Vamos en línea de la integración, reconocer a alguien que no viene a restarme, sino a enriquecer mi vida. Fabrizio siempre nos despierta una alegría, una sonrisa, está dispuesto en cualquier tarea.  Arrancó con los huerteros y su compromiso fue valorado por los docentes y por nosotros y se le dio esta oportunidad”.

 

La vida de Fabrizio es muy activa. De lunes a viernes se levanta a las 6:30 de la mañana y sale de su casa de Martínez para tomar el colectivo que lo lleva hasta el edificio municipal. “Me gusta lo que hago y tengo muchos amigos. Ésta es mi primera experiencia laboral”, cuenta Fabrizio. Ingresa las 8:00 y realiza tareas de mantenimiento y limpieza del lugar, y reparto de expedientes desde el sexto piso al subsuelo, hasta las 14:00.

 

“Es un joven muy bien predispuesto, responsable, voluntarioso; me sorprendió gratamente. Es alguien que contagia, siempre está de buen humor. La diversidad tiene un efecto positivo en el clima laboral y redunda en mejores ideas y en soluciones. Incorporarlo fue un acierto total del municipio y esto le abre las puertas a más chicos con capacidades diferentes”, destaca el director general de Mayordomía, Raúl Marcollese.

 

El fanatismo por Boca, la ocurrencia y el cariño por su trabajo se mantienen. Si se le pregunta a Fabrizio si le gusta su trabajo contesta “un montón”, y acerca de qué es lo que más le gusta: «todo». “Me encanta que las instalaciones del edificio y la plaza estén limpias sin papeles”, comenta.

 

“Es un gusto trabajar con él. Nos adaptamos mutuamente y es un compañero más. Resuelve y aprende todo muy rápido. Uno a veces tiene un preconcepto de las personas con capacidades diferentes, pero el día a día me demostró que puede trabajar como cualquiera de nosotros”, valora su compañera Daniela Martín.

 

Tras salir de su trabajo, Fabrizio se dirige al principal centro de recreación de los adultos mayores “Puerto Libre”, ubicado en Sebastián Elcano al 2340, en Martínez. Mira a su alrededor y le alcanza una sola palabra para describir lo que el espacio que lo rodea: “Paraíso”, dice. Su paraíso personal es la huerta orgánica, un programa municipal  al que concurre hace tres años.

 

“Me gusta todo el trabajo forzado con la tierra, cultivar alimentos, elaborar plantines, hacer huertas domiciliarias y capacitar a los vecinos para realizar una huerta orgánica”, cuenta sobre tus tareas en el predio.

 

El programa municipal de Huertas Orgánicas es un taller gratuito e inclusivo para jóvenes con y sin discapacidad. Finalizado el curso, cada participante recibe un diploma de capacitación e inserción laboral que organiza el Municipio junto a Pro Huerta del INTA.

 

“Fabrizio fue uno de los egresados de la primera camada de este taller. Al principio no tenía mucho contacto con la tierra, pero fue desarrollando su sensibilidad y compromiso. Es una persona que disfruta de lo que hace y que trae muchas propuestas. Se preocupa por sus compañeros y es muy emprendedor”, afirma el coordinador general de huerta inclusiva de San Isidro, Ignacio Floridi.

 

En el lugar, se huele el aroma a flores, se disfruta del aire libre, mientras Fabrizio mete las manos en la tierra y utilizan las distintas herramientas como una pala de punta para cavar, una laya para airear el terreno y una pala de mano. “Este lugar es hermoso, disponemos de todas las herramientas y podemos cosechar distintos alimentos como hinojo, acelga, brócoli”, señala Fabrizio.

 

Además, cuenta que su familia está muy contenta con esta oportunidad y que su papá Fernando es quien más lo motiva a desarrollar sus tareas laborales.

“Todo esto que estoy viviendo es gracias a la gran oportunidad que me dio el Municipio de San Isidro. Sin dudas, me cambió la vida y ojalá otros distritos brinden estas posibilidades”, finaliza entre lágrimas, Fabrizio Larocca.

 

Para fomentar la integración laboral de personas con discapacidad en San Isidro, el Municipio abrió recientemente un bar inclusivo “Café Positivo”, que es atendido por personas con discapacidad. También, tiene una pasantía con jóvenes de la Fundación Pertenecer, para que puedan proveer jabón líquido y productos de limpieza a distintas áreas municipales. Ademástrabaja con el Club de Empresas e Instituciones Comprometidas de San Isidro (CEICSI).