Alejandro Montaldo, Marina Daiez y Julieta Barderi, se quedaron con la tercera edición del concurso que incentiva desde el ámbito institucional el desarrollo de la producción poética, artística, reflexiva y crítica.


La tercera edición del Premio Artes Visuales Municipio de San Isidro “Kenneth Kemble”, un certamen que incentiva, apoya y acompaña la producción poética, artística, reflexiva y crítica de obras en vías de desarrollo, ya tiene a sus ganadores.

Los premiados fueron Alejandro Montaldo por La otra semana pasada en un rato más o menos lo normal es el mismo lugar (Gran Premio), Marina Daiez por Sucia ingobernada (Premio Beca Joven) y Julieta Barderi por Ser. Par Ser. Ver (Premio Beca Residente).

“Distinguir proyectos artísticos contemporáneos en desarrollo es un gran desafío, tanto para el artista como para nosotros. Lo asumimos con alegría y acompañamos con mucho compromiso el rol de acompañar a los ganadores para que efectivamente concreten sus ideas. Artistas jóvenes que investigan, experimentan, innovan y siguen empujando los límites un poco más allá”, dijo Eleonora Jaureguiberry, subsecretaria general de Cultura de San Isidro.

El concurso fue concebido como plataforma de becas, que homenajea a un artista que vivió en Martínez y renovó el lenguaje artístico del país a fines de los años 50, y que este año recibió 516 proyectos de todo el país.

Montaldo, con el proyecto más abierto y permeable entre los distinguidos, propone una exploración aventurada en el accidente cotidiano. Una experimentación colectiva e individual de la cotidianidad predigital en la era digital, que articulará con lo performático y en dos facetas, en la inercia de lo colectivo y en la personal, del propio autor situado como protagonista.

Este artista de San Fernando, con participación en ferias de Buenos Aires, Lima y San Pablo, y muestras colectivas en MAMBA, Ciudad Cultural Kónex, Bolivia y Chile, recorrerá las calles para documentar acciones descarriadas, intervenciones ocasionales que alteren en lo más mínimo el paisaje, comportamientos y supervivencias domésticas en desuso. Registros de lo ajeno y producción propia en la que lo absurdo, el humor y la ironía tendrán buena presencia.

“Me interesa el transitar como material, las acciones ordinarias como químico de revelado y el estar como performance solapada”, expresó el autor en su presentación al certamen.

En Sucia ingobernada, la porteña Daiez (1992) propone realizar una instalación performática entre objetos, pinturas y performers. Daiez imagina un mundo no humano, pero antropomorfo. Una sirena de múltiples ojos con cola de manos que come y lee filosofía, larvas Bebés-Momia que se retuercen y gimen, chicas mutantes que se cepillan los dientes las unas a las otras en un círculo de higiene, una mujer de dedos larguísimos que acaricia frutas que no puede comer. El cuerpo plurisexual  como un lugar político de inscripción.

“Frente a la obligación social de enunciar una verdad, una ficción sobre mí misma, sobre quién soy o qué soy, quiero encarnar y realizar la fantasía como terapia visual. Me siento un animal en cautiverio buscando estrategias: Ser monstruosa y divina”, expresó Daiez acerca la postura conceptual del proyecto.

Barderi propone un desarrollo pictórico, la realización de una serie de obras que serán sometidas a procesos digitales y manipulaciones para provocar pérdida de escala y cierto extrañamiento al observador. Un proceso  basado en pinturas urgentes llevadas a gran escala que tendrán inspiración en las pinturas de los cristianos en las catacumbas romanas que la artista visitará oportunamente. Manipulación digital de bocetos, recortes, superposiciones y nuevas relaciones compositivas, direcciones y discursos.

“Quedaron de lado obras muy interesantes, pero que estaban casi cerradas, cuando no casi realizadas. Preferimos priorizar las más permeables, acorde con el premio. Cada uno fue acercando los proyectos que más le interesaban y finalmente, en consenso grupal, premiamos proyectos que a priori no estaban en los planes personales de cada uno. Fue una hermosa experiencia”, coincidió el jurado, formado por Luciana Lamothe, Sebastián Gordín (ambos artistas visuales) y Valeria González (licenciada en Historia del arte, investigadora y curadora independiente).

“El premio tiene la virtud de ser uno de los pocos del país que desde la órbita oficial promueve el pensamiento, la producción procesual y productual de las poéticas artísticas y también la de ser una gran oportunidad para los artistas no tan visibles que transitan escenas alternativas al circuito establecido”, dijo el artista visual, investigador y curador Andrés Labaké, responsable de la coordinación general del certamen, coordinador del jurado y a cargo de las tutorías a los ganadores, un proceso que seguramente abrirá nuevos caminos, vicisitudes, derivas y definiciones vinculadas con la idea inicial.

El Kemble está abierto a artistas o colectivos de artistas y a una amplia gama de disciplinas, y que este año entregará $170.000 para el Gran Premio, $65.000 para el Premio Beca Joven (hasta 35 años), y la misma suma para el Premio Beca Residente (para residentes del municipio), además de seis Menciones Honoríficas que fueron otorgadas a Solana Peña, Santiago Poggio, Andrés Piña, Mariel Uncal Scotti, Natacha Mansilla y Mario Altamirano.

Los ganadores de las tres categorías deberán desarrollar su propuesta, bajo la modalidad de tutoría, entre el 15 de septiembre y el 26 de abril próximo.